Superación personal
Nunca en mi vida he leído completo un libro de superación personal. Sin embargo, confieso que me divierto mucho en las librerías leyendo las contraportadas y los índices de estos ejemplares. Es por ello que aunque en teoría soy ajeno a este género, siempre tengo al menos una idea de lo que está de moda en libros de superación personal. Hace más de 10 años, cuando era un estudiante de Derecho, trabajé en la Librería Castillo de Monterrey y pude comprobar que en realidad son muchísimas las personas que compran estos librajos. En aquel entonces estaba muy de moda mezclar lo místico con la productividad y el desarrollo. También estaban en la punta de lo fashion los libros de reingeniería y el señor Miguel Ángel Cornejo vendía como pan caliente. Luego salieron con el rollo de Quién se llevó mi queso y pendejadas con ambiciones intelectuales como Aristóteles en la oficina, Use a Descartes para cerrar un negocio, Poemas de Byron para las ventas etc.
Por lo que he podido ver últimamente, lo que está de moda entre los creadores de libros de superación personal, es la irreverencia y el descaro. Por lo visto, el rollito tierno y cariñoso de tú eres una gran persona, vales mucho por lo que eres, todos podemos ser triunfadores y de más lavabos cerebrales ya no vende mucho que digamos. Se acabó eso de levántate temprano, mírate al espejo y di: Hoy seré un triunfador. Tampoco pega mucho eso de respetar a los semejantes y hacer un montón de amigos, y que una sonrisa en la oficina es la mejor arma para triunfar. Eso ya dejó de vender. Ahora los creadores de estos libros se han vuelto cínicos y descarados. Lo que está de moda es vender fórmulas malditas. He visto últimamente muchos libros que en pocas palabras, promueven que seas un hijo de la chingada, desalmado y egoísta y te recomiendan abiertamente que utilices a la gente para tú provecho y no dudes en joder a tus amigos por conseguir tus propios fines. Esta mañana vi uno que se llamaba ¿Qué haría Maquiavelo? Olvidé el nombre del autor, pero el libro acabó por darme risa. Decía textualmente, que la gente que gana mucho dinero y triunfa en la vida, lo ha logrado porque son malos y no se tocan el corazón ante nada ni ante nadie y te recomendaba tener la frialdad para aplastar a tus semejantes como si fueran hormigas en pos de lograr tus fines. Confieso que me divertí mucho leyendo sus recetas. De entrada el autor utiliza el socorrido recurso del concepto Maquiavelo, una palabra que ha sido más manoseada que un calzón de puta. ¿Sabrá el autor de este libro quién fue Nicolás Maquiavelo? En realidad Maquiavelo nunca tuvo dinero, ni demasiado poder, ni se puede decir que fuera un hijo de puta. Fue simplemente un consejero que quería lo mejor para su patria, Florencia y que se limitó a ayudar a su patrón redactando un manual de consejos prácticos para gobernar. Pero bueno, a la gente le gusta manosear los términos.
La cuestión es que los autores de superación personal ya se descararon. Ya no son los promotores de padres de familia ejemplares, honrados, constructivos, que deben forzar su mejor sonrisa hasta en el momento más estresante. No. Ahora los libros recomiendan ser malote y despiadado. Uy, uy, uy. En realidad esos manuales descarados no hacen más que clarificar los métodos que miles de capitalistas utilizan sin necesidad de leer ningún librito. Pero lo que más risa me da, es que la mayoría de la gente que lee esos libros, suelen ser tipos jodidos, inseguros y con poca o nula posibilidad de mando y ejecución. Casi siempre son empleados atiborrados de complejos clasemedieros cuya vitamina es creerse que con una receta de librito de superación, se puede hacer dinero y ascender en la vida. Así las cosas, me va a ser muy cómico ver a los cajeros de bancos o a los subgerentes de McDonalds o los promotores de ventas de Telnor, aplicando las recetas de aplastar a tus semejantes como cucarachas en pos de tu triunfo personal, sin darse cuenta de que su triste condición de cucaracha aplastada es irrenunciable y eterna.
Nunca en mi vida he leído completo un libro de superación personal. Sin embargo, confieso que me divierto mucho en las librerías leyendo las contraportadas y los índices de estos ejemplares. Es por ello que aunque en teoría soy ajeno a este género, siempre tengo al menos una idea de lo que está de moda en libros de superación personal. Hace más de 10 años, cuando era un estudiante de Derecho, trabajé en la Librería Castillo de Monterrey y pude comprobar que en realidad son muchísimas las personas que compran estos librajos. En aquel entonces estaba muy de moda mezclar lo místico con la productividad y el desarrollo. También estaban en la punta de lo fashion los libros de reingeniería y el señor Miguel Ángel Cornejo vendía como pan caliente. Luego salieron con el rollo de Quién se llevó mi queso y pendejadas con ambiciones intelectuales como Aristóteles en la oficina, Use a Descartes para cerrar un negocio, Poemas de Byron para las ventas etc.
Por lo que he podido ver últimamente, lo que está de moda entre los creadores de libros de superación personal, es la irreverencia y el descaro. Por lo visto, el rollito tierno y cariñoso de tú eres una gran persona, vales mucho por lo que eres, todos podemos ser triunfadores y de más lavabos cerebrales ya no vende mucho que digamos. Se acabó eso de levántate temprano, mírate al espejo y di: Hoy seré un triunfador. Tampoco pega mucho eso de respetar a los semejantes y hacer un montón de amigos, y que una sonrisa en la oficina es la mejor arma para triunfar. Eso ya dejó de vender. Ahora los creadores de estos libros se han vuelto cínicos y descarados. Lo que está de moda es vender fórmulas malditas. He visto últimamente muchos libros que en pocas palabras, promueven que seas un hijo de la chingada, desalmado y egoísta y te recomiendan abiertamente que utilices a la gente para tú provecho y no dudes en joder a tus amigos por conseguir tus propios fines. Esta mañana vi uno que se llamaba ¿Qué haría Maquiavelo? Olvidé el nombre del autor, pero el libro acabó por darme risa. Decía textualmente, que la gente que gana mucho dinero y triunfa en la vida, lo ha logrado porque son malos y no se tocan el corazón ante nada ni ante nadie y te recomendaba tener la frialdad para aplastar a tus semejantes como si fueran hormigas en pos de lograr tus fines. Confieso que me divertí mucho leyendo sus recetas. De entrada el autor utiliza el socorrido recurso del concepto Maquiavelo, una palabra que ha sido más manoseada que un calzón de puta. ¿Sabrá el autor de este libro quién fue Nicolás Maquiavelo? En realidad Maquiavelo nunca tuvo dinero, ni demasiado poder, ni se puede decir que fuera un hijo de puta. Fue simplemente un consejero que quería lo mejor para su patria, Florencia y que se limitó a ayudar a su patrón redactando un manual de consejos prácticos para gobernar. Pero bueno, a la gente le gusta manosear los términos.
La cuestión es que los autores de superación personal ya se descararon. Ya no son los promotores de padres de familia ejemplares, honrados, constructivos, que deben forzar su mejor sonrisa hasta en el momento más estresante. No. Ahora los libros recomiendan ser malote y despiadado. Uy, uy, uy. En realidad esos manuales descarados no hacen más que clarificar los métodos que miles de capitalistas utilizan sin necesidad de leer ningún librito. Pero lo que más risa me da, es que la mayoría de la gente que lee esos libros, suelen ser tipos jodidos, inseguros y con poca o nula posibilidad de mando y ejecución. Casi siempre son empleados atiborrados de complejos clasemedieros cuya vitamina es creerse que con una receta de librito de superación, se puede hacer dinero y ascender en la vida. Así las cosas, me va a ser muy cómico ver a los cajeros de bancos o a los subgerentes de McDonalds o los promotores de ventas de Telnor, aplicando las recetas de aplastar a tus semejantes como cucarachas en pos de tu triunfo personal, sin darse cuenta de que su triste condición de cucaracha aplastada es irrenunciable y eterna.