Respiración artificial
Ricardo Piglia
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
De entrada, aclaro que me parece un reto más que complicado hablar de una novela como Respiración artificial en unos cuantos párrafos.
De por sí su autor Ricardo Piglia es, en cada uno de sus textos, como un pez mojado resbalando en las manos de quien intenta definirlo o encasillarlo en un género.
Y Respiración artificial son palabras mayores. Después de todo, no cualquier libro puede presumir ser considerado entre las 10 mejores novelas que se han escrito en Argentina. ¿Y quién incluye a Respiración artificial en semejante decena, teniendo como vecinos a Borges y Sabato? Pues nada menos que una encuesta realizada entre 50 escritores argentinos.
Respiración artificial no es una novela cómoda ni complaciente con el lector. El autor es muy cuidadoso en la forma en que va arrojando sus cartas y es muy fácil dejarse llevar por un sentido equívoco en los primeros párrafos.
Lo que en un principio parece ser un anecdotario genealógico del escritor Emilio Renzi, se va transformando en un epistolario entre éste y su tío Marcelo Maggi.
Pero el intercambio de cartas es sólo el principio, la punta de un iceberg profundo y laberíntico.
¿Qué hay detrás de los recuerdos de infancia de Renzi? Una difusa memoria de la vida errante del tío, que abandona y roba a su mujer.
Marcelo Maggi, vagabundo y autoexiliado que inevitablemente hace pensar en el devocional tributo que Piglia se empeña en rendir en cada texto suyo a Macedonio Fernández, es el hilo conductor que nos lleva hasta Luciano Ossorio, el viejo senador inválido y retirado.
Éste a su vez, es la máquina del tiempo que nos lleva hasta su abuelo Enrique Ossorio, el cercano colaborador del dictador Juan Manuel de Rosas.
Entonces, casi sin darnos cuenta, hemos viajado hasta el año 1850 y nos encontramos acopañando a Ossorio en su exilio en un burdel de Nueva York.
En unas cuantas páginas hemos viajado entre el epistolario, la reflexión, el dilema metafísico y la indagación policial.
¿Cómo definir Respiración artificial? Parece no solo atrevido, sino hasta ocioso tratar de hacerlo. ¿Es una metáfora de la historia de Argentina? ¿Un tratado filosófico sobre la naturaleza de la traición? ¿Una sucesión de enigmas? ¿Un crónico acertijo?
Acaso sea una de las mejores encarnaciones literarias del Mito del Eterno Retorno, de la existencia como espiral, con lo que Piglia parece jugar hasta en la prosa y en esa manía de repetir rítmicamente las palabras finales de las frases al comienzo de la oración inmediata posterior. Un constante escarceo entre literatura de ficción, historia y filosofía.
En fin, estas impresiones me quedan de una primera lectura, pero confieso que tengo la sospecha de que una segunda vez podría arrancarme comentarios diferentes. Tan mutante parece Respiración artificial, que no me extrañaría encontrarme con otra novela oculta si caigo en la tentación de iniciar a las de ya con su relectura.
Ricardo Piglia
Anagrama
Por Daniel Salinas Basave
De entrada, aclaro que me parece un reto más que complicado hablar de una novela como Respiración artificial en unos cuantos párrafos.
De por sí su autor Ricardo Piglia es, en cada uno de sus textos, como un pez mojado resbalando en las manos de quien intenta definirlo o encasillarlo en un género.
Y Respiración artificial son palabras mayores. Después de todo, no cualquier libro puede presumir ser considerado entre las 10 mejores novelas que se han escrito en Argentina. ¿Y quién incluye a Respiración artificial en semejante decena, teniendo como vecinos a Borges y Sabato? Pues nada menos que una encuesta realizada entre 50 escritores argentinos.
Respiración artificial no es una novela cómoda ni complaciente con el lector. El autor es muy cuidadoso en la forma en que va arrojando sus cartas y es muy fácil dejarse llevar por un sentido equívoco en los primeros párrafos.
Lo que en un principio parece ser un anecdotario genealógico del escritor Emilio Renzi, se va transformando en un epistolario entre éste y su tío Marcelo Maggi.
Pero el intercambio de cartas es sólo el principio, la punta de un iceberg profundo y laberíntico.
¿Qué hay detrás de los recuerdos de infancia de Renzi? Una difusa memoria de la vida errante del tío, que abandona y roba a su mujer.
Marcelo Maggi, vagabundo y autoexiliado que inevitablemente hace pensar en el devocional tributo que Piglia se empeña en rendir en cada texto suyo a Macedonio Fernández, es el hilo conductor que nos lleva hasta Luciano Ossorio, el viejo senador inválido y retirado.
Éste a su vez, es la máquina del tiempo que nos lleva hasta su abuelo Enrique Ossorio, el cercano colaborador del dictador Juan Manuel de Rosas.
Entonces, casi sin darnos cuenta, hemos viajado hasta el año 1850 y nos encontramos acopañando a Ossorio en su exilio en un burdel de Nueva York.
En unas cuantas páginas hemos viajado entre el epistolario, la reflexión, el dilema metafísico y la indagación policial.
¿Cómo definir Respiración artificial? Parece no solo atrevido, sino hasta ocioso tratar de hacerlo. ¿Es una metáfora de la historia de Argentina? ¿Un tratado filosófico sobre la naturaleza de la traición? ¿Una sucesión de enigmas? ¿Un crónico acertijo?
Acaso sea una de las mejores encarnaciones literarias del Mito del Eterno Retorno, de la existencia como espiral, con lo que Piglia parece jugar hasta en la prosa y en esa manía de repetir rítmicamente las palabras finales de las frases al comienzo de la oración inmediata posterior. Un constante escarceo entre literatura de ficción, historia y filosofía.
En fin, estas impresiones me quedan de una primera lectura, pero confieso que tengo la sospecha de que una segunda vez podría arrancarme comentarios diferentes. Tan mutante parece Respiración artificial, que no me extrañaría encontrarme con otra novela oculta si caigo en la tentación de iniciar a las de ya con su relectura.