Las deudas de juego son deudas de honor: Aunque con dos meses de retraso, hoy pagué la derrota sufrida en la final frente al Pachuca: Una botella de vino que había apostado con el colega Roberto Clemente. Ni modo. Me tocó perder y mis Tigres no levantan cabeza. De ser la defensa de hierro, nos hemos transformado en una coladera receptora de goles en contra. Eso sí, líderes de goleo por equipo y mi Walter Gaytán de líder goleador, pero en puntos andamos muy rezagados. Ojalá las chivitas patrioteras paguen los platos rotos este miércoles.
Monday, February 23, 2004
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