Alejandra es más bella que La Maga-
Alejandra Olmos...uff. El Fausto me pega donde más me duele. Esa mujer sí que son palabras mayores y no, no se parece para nada a mi retrato mental de La Maga. Alejandra es uno de los personajes femeninos más fuertes y enigmáticos que ha parido la literatura contemporánea, al menos uno de los que más me intriga. Y mientras la expresión de La Maga me parece un tanto boba y simplona, la de Alejandra es triste, bella, enigmática. La Maga me parece una mujer de cara redonda y pelo corto. Alejandra es una mujer de rostro afilado, facciones finas y pelo largo. Me vale un carajo como las hayan imaginado Cortázar y Sábato. Mi retrato literario es mío y no se modifica. Tal vez por eso odio que lleven las obras literarias al cine (bueno perdono a la buenísma Juliette Binoche haciendo de Teresa en La insoportable levedad del ser y a Sophie Marceu representando a Ana Karenina)-
Sábato es un buen constructor de personajes femeninos. Primero me topé con María Iribarne en El Túnel. Una mujer enigma. Desde el momento en que se detiene a mirar el cuadro de Pablo Castel la imaginé, no sé porqué chingados, pelirroja, muy blanca, chaparrita y de expresión desvalida. María Iribarne y Alejandra se parecen, pero la mujer de Héroes y Tumbas supera a su antecesora. Recuerdo el momento en que encuentra a Martín, al píe de un monumento, aunque me parece un pasaje parti-cularmente fuerte cuando en medio de la noche Martín la mira caminando como posesa afuera de una iglesia. Ese pasaje antecede al Informe sobre ciegos de su padre. Pero bueno, juzguen ustedes si no tendrá fuerza un personaje que mata a su padre de tres plomazos y después se suicida prendiéndose fuego. En cambio, el personaje de Martín me resulta despreciable. Odio a esos tipos apocados, jodidos, chantajistas sentimentales. Pues recuerden ustedes que Martín, en el colmo de la indignidad, amenaza con matarse si Alejandra lo deja. Oliveira es pedante, Martín es indigno y apocado. Ambos personajes me caen mal.
Pero Alejandra, lo repito, son palabras mayores. Jamás he podido permanecer indiferente a su enigma. A veces releo Héroes y Tumbas sólo para buscar alguna respuesta en el misterio de sus ojos.
Alejandra Olmos...uff. El Fausto me pega donde más me duele. Esa mujer sí que son palabras mayores y no, no se parece para nada a mi retrato mental de La Maga. Alejandra es uno de los personajes femeninos más fuertes y enigmáticos que ha parido la literatura contemporánea, al menos uno de los que más me intriga. Y mientras la expresión de La Maga me parece un tanto boba y simplona, la de Alejandra es triste, bella, enigmática. La Maga me parece una mujer de cara redonda y pelo corto. Alejandra es una mujer de rostro afilado, facciones finas y pelo largo. Me vale un carajo como las hayan imaginado Cortázar y Sábato. Mi retrato literario es mío y no se modifica. Tal vez por eso odio que lleven las obras literarias al cine (bueno perdono a la buenísma Juliette Binoche haciendo de Teresa en La insoportable levedad del ser y a Sophie Marceu representando a Ana Karenina)-
Sábato es un buen constructor de personajes femeninos. Primero me topé con María Iribarne en El Túnel. Una mujer enigma. Desde el momento en que se detiene a mirar el cuadro de Pablo Castel la imaginé, no sé porqué chingados, pelirroja, muy blanca, chaparrita y de expresión desvalida. María Iribarne y Alejandra se parecen, pero la mujer de Héroes y Tumbas supera a su antecesora. Recuerdo el momento en que encuentra a Martín, al píe de un monumento, aunque me parece un pasaje parti-cularmente fuerte cuando en medio de la noche Martín la mira caminando como posesa afuera de una iglesia. Ese pasaje antecede al Informe sobre ciegos de su padre. Pero bueno, juzguen ustedes si no tendrá fuerza un personaje que mata a su padre de tres plomazos y después se suicida prendiéndose fuego. En cambio, el personaje de Martín me resulta despreciable. Odio a esos tipos apocados, jodidos, chantajistas sentimentales. Pues recuerden ustedes que Martín, en el colmo de la indignidad, amenaza con matarse si Alejandra lo deja. Oliveira es pedante, Martín es indigno y apocado. Ambos personajes me caen mal.
Pero Alejandra, lo repito, son palabras mayores. Jamás he podido permanecer indiferente a su enigma. A veces releo Héroes y Tumbas sólo para buscar alguna respuesta en el misterio de sus ojos.