Leo en el blog de Chivis sus deseos para la Cumbre de las Américas de Monterrey. “Que las aguas turbulentas no lo sean tanto para perder los puentes de la esperanza”. El problema es que los regiomontanos nos hemos acostumbrado a ser la sede oficial de la desesperanza en Latinoamérica. Cada que termina una cumbre mundial me invade una desolación que ni los mezcales curan. Así me pasó en 2002 en Los Cabos cuando fui a cubrir el foro de la APEC. Los ministros de economía de Oriente hablando de las ventajas de tener la mano de obra más barata del mundo. Más barata que en México, que ya es mucho decir. Los maquiladores quejándose de las normas de ecología (como si las hubiera) y despotricando contra las exigencias de cuidar el medio ambiente. De Monterrey queda poco por agregar. Sólo queda añadir que ha quedado muy claro que no somos el patio trasero de USA. No que va. Somos el famélico perro callejero que acude a lamer los restos de comida que Uncle Sam nos tira en dicho patio. Y nos vamos tan contentos y agradecidos con nuestro banquete. Mejor apagar la tele-visión, mejor ir a beber un mezcal a los Adoquines y rematar bailando en El Tubo para ir luego a ver el amanecer a Zicatela. Puerto Escondido llama. Chivis, efectivamente vive usted en el paraíso.
Friday, January 16, 2004
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