Nieve sobre Miami
Juan Carlos Castillón
Editorial Debate
Por Daniel Salinas
Últimamente me he topado con muchas apuestas por novelas híbridas, pero los resultados no suelen ser siempre del todo satisfactorios.
Este es el sabor de boca que me queda luego de leer “Nieve sobre Miami” del catalán Juan Carlos Castillón, un libro donde el eje argumental queda tristemente empequeñecido frente a sus sostenes periodísticos.
Por una parte, da la impresión de que Castillón es un autor que busca dar demasiadas razones y ex-plicar los porqués de su novela.
En lugar de soltar las riendas y dejar que sus personajes corran con sus piernas para que los lectores se identifiquen con un perfil psicológico definido, el narrador parece obsesionado con la idea de hablar sobre el entorno geopolítico y cronológico de su historia.
Alternados con los cinco capítulos que incluyen la trama argumental de “Nieve sobre Miami”, Castillón incluye cuatro espacios que el denomina “background” en donde habla de la situación del narcotráfico y el bajo mundo de la metrópoli de Florida.
Estos “background”, de extensión similar a los capítulos y cuya estructura es propia del reportaje na-rrativo típico del llamado “Nuevo Periodismo”, intentan ubicar al lector en un espacio y tiempo determinados, pero acaban por eclipsar a los personajes de la novela.
Sus descripciones casi periodísticas resultarían más que comprensibles para ilustrar una novela- reportaje al estilo Truman Capote en dónde se hable de personajes reales, pero parece contradictoria con una novela que intenta pintarse de color casi negro y en donde se supone que los personajes deberían brillar con luz propia.
Lo singular del caso, es que estos “backgrounds”, que en teoría sirven de apoyo a la comprensión de la trama novelística, acaban por transformarse en la parte más rescatable de la obra.
Vaya, me aporta y me gusta más leer “Nieve sobre Miami” como un reportaje, que como una típica y ordinaria novela negra de mafias.
Si en este mundo existiera el traidor “hubiera”, creo que Castillón perfectamente podría haber apos-tado por un reportaje narrativo completo en lugar de coquetear a medias y sin grandes resultados con una trama de ficción.
El mismo autor advierte al final del libro que la información contendida en los backgrounds es real y sujeta a comprobación.
Pues bien, si ya se había apostado por un rigor periodístico que jamás estuvo peleado con una narra-ción amena e interesante, ¿Porqué la insistencia de encimar a la fuerza una trama novelada tan pobre?
Castillón nos cuenta la historia de El Loco, un ex guerrillero sandinista de Nicaragua que huye de su país y se refugia, como tantos otros compatriotas, en Miami.
El Loco trabaja como lavaplatos en un restaurante hasta que un buen día conoce a un narcotraficante y se pone a su servicio.
Lo demás es predecible y típico de cualquier historia de mafiosos sea de Sicilia, Chicago, Moscú o Miami: Iniciación, ascenso y caída.
Intriga, violencia, traiciones, sexo y lujo danzando alrededor de la droga. Nada que no se haya leído antes.
Eso sí, Castillón es un narrador ágil y malicioso que estructuralmente sabe zafarse de los esquemas ordinarios.
No apuesta por una estructura lineal e incurre con éxito en hábiles saltos de tiempo en un mismo párrafo.
De ahí que sorprenda tanto el que un narrador hábil como él, muestre semejante inocencia a la hora de elegir su trama argumental, que resulta en extremo trillada.
De cualquier manera, nadie se aburrirá con su lectura, aunque siempre quedará en la boca un sabor-illo a eso ya lo he leído en otra parte.
Juan Carlos Castillón
Editorial Debate
Por Daniel Salinas
Últimamente me he topado con muchas apuestas por novelas híbridas, pero los resultados no suelen ser siempre del todo satisfactorios.
Este es el sabor de boca que me queda luego de leer “Nieve sobre Miami” del catalán Juan Carlos Castillón, un libro donde el eje argumental queda tristemente empequeñecido frente a sus sostenes periodísticos.
Por una parte, da la impresión de que Castillón es un autor que busca dar demasiadas razones y ex-plicar los porqués de su novela.
En lugar de soltar las riendas y dejar que sus personajes corran con sus piernas para que los lectores se identifiquen con un perfil psicológico definido, el narrador parece obsesionado con la idea de hablar sobre el entorno geopolítico y cronológico de su historia.
Alternados con los cinco capítulos que incluyen la trama argumental de “Nieve sobre Miami”, Castillón incluye cuatro espacios que el denomina “background” en donde habla de la situación del narcotráfico y el bajo mundo de la metrópoli de Florida.
Estos “background”, de extensión similar a los capítulos y cuya estructura es propia del reportaje na-rrativo típico del llamado “Nuevo Periodismo”, intentan ubicar al lector en un espacio y tiempo determinados, pero acaban por eclipsar a los personajes de la novela.
Sus descripciones casi periodísticas resultarían más que comprensibles para ilustrar una novela- reportaje al estilo Truman Capote en dónde se hable de personajes reales, pero parece contradictoria con una novela que intenta pintarse de color casi negro y en donde se supone que los personajes deberían brillar con luz propia.
Lo singular del caso, es que estos “backgrounds”, que en teoría sirven de apoyo a la comprensión de la trama novelística, acaban por transformarse en la parte más rescatable de la obra.
Vaya, me aporta y me gusta más leer “Nieve sobre Miami” como un reportaje, que como una típica y ordinaria novela negra de mafias.
Si en este mundo existiera el traidor “hubiera”, creo que Castillón perfectamente podría haber apos-tado por un reportaje narrativo completo en lugar de coquetear a medias y sin grandes resultados con una trama de ficción.
El mismo autor advierte al final del libro que la información contendida en los backgrounds es real y sujeta a comprobación.
Pues bien, si ya se había apostado por un rigor periodístico que jamás estuvo peleado con una narra-ción amena e interesante, ¿Porqué la insistencia de encimar a la fuerza una trama novelada tan pobre?
Castillón nos cuenta la historia de El Loco, un ex guerrillero sandinista de Nicaragua que huye de su país y se refugia, como tantos otros compatriotas, en Miami.
El Loco trabaja como lavaplatos en un restaurante hasta que un buen día conoce a un narcotraficante y se pone a su servicio.
Lo demás es predecible y típico de cualquier historia de mafiosos sea de Sicilia, Chicago, Moscú o Miami: Iniciación, ascenso y caída.
Intriga, violencia, traiciones, sexo y lujo danzando alrededor de la droga. Nada que no se haya leído antes.
Eso sí, Castillón es un narrador ágil y malicioso que estructuralmente sabe zafarse de los esquemas ordinarios.
No apuesta por una estructura lineal e incurre con éxito en hábiles saltos de tiempo en un mismo párrafo.
De ahí que sorprenda tanto el que un narrador hábil como él, muestre semejante inocencia a la hora de elegir su trama argumental, que resulta en extremo trillada.
De cualquier manera, nadie se aburrirá con su lectura, aunque siempre quedará en la boca un sabor-illo a eso ya lo he leído en otra parte.