De vicios grafomaníacos
El vicio de escribir diarios y la adicción al blogueo compulsivo son propios de mi naturaleza. No concibo mi existencia sin estos grafómanos escapes que tanto placer me reportan.
Nos dice Leonardo Da Jandra: Inicié el primer diario a los dieciséis años. Se trataba de ponerle alas a los sueños, y comencé a pilotear una nave con todo el deseo de que puede ser capaz un adolescente atractivo y asesino-
Me anticipé por seis años a Leonardo. Yo inicié el mío a los 10 años, en ese mítico año de 1984 en el que tantas cosas iniciaron para mí.
Mis padres me regalaron un cuaderno muy bonito de pastas duras para que escribiera la historia de mi vida y vaya que hubo cosas que escribir en el orwelliano año.
En 1984 dejé de ser hijo único, pues el 30 de septiembre nació mi hermana Ana (que en este momento preciso está en un pueblito vinícola de Francia y empezará a trabajar en los viñedos cortando uvas, dicho sea de paso)
En 1984 fui presa de un enamoramiento desgarrador y por primera vez en mi vida derramé lágrimas por una mujer. Resulta que me volví loco por mi prima hermana Erika y aunque suene pretencioso, ese idilio infantil fue algo más que un tatuaje en mis sentimientos
En 1984 descubrí el heavy metal con discos gloriosos como el Stay hungry de Twisted Sister, Condition critical de Quiet Riot y 1984 de Van Halen. Sí, esos discos en formato Lp fueron mi regalo de Navidad y 20 años después sigo clavadote en la misma tecla metalera.
Desde entonces me dio por escribir la historia de mi vida, algo que he hecho de manera casi ininterrumpida.
Vuelvo a citar al huatulqueño- gallego: - Escribir un diario suele ser la manera más segura de perderse en la seudoeternidad, aunque lo que se busque sea más bien la permanencia de la memoria-
El diario es a mi juicio la única posibilidad de no morir ahogado en la alta mar de la vida. En 2003 descubrí el blog y confieso, no sin pena, que abandoné en gran medida la tinta y el papel para pasar a la fibra óptica. Pero lo más trascendental es el hecho de que del papel ultraprivado con caligrafía ilegible, muté a este escenario público cibernético. Pero ojo, no hay que confundir: el blog no es mi diario. Aquí no escribo absolutamente todo lo que me pasa ni lo que pienso. Digamos que casi todo, pero no todo. Mucha razón tiene Nanilkah cuando señala que todo aquello que escribes puede ser usado en tu contra. Y resulta que algunos personajes del universo político periodístico se han enterado de la existencia de este blog y suelen leerlo. Dado que estos personajes son escorpiones que pican con la cola, utilizarán cualquier paso en falso o cualquier declaración comprometedora para hacerme caer en una trampa. Por ello hablo muy poco de mi trabajo en este espacio y no revelo mis sentimientos más oscuros, si bien debo decir que nada de lo que aquí escribo es mentira.
Otra cita sabia de Da Jandra: Entre lo último que leí he encontrado pocas obsesiones perdurables. Y quiero entender aquí por obsesión un doblegarse del sujeto ante sus delirios esenciales: Kant ante el método, Hegel ante el sistema, Marx ante la Historia...; pero en el ámbito estrictamente literario Lowry es uno de los candidatos más sólidos para ser campeón de los obsesivos.
El vicio de escribir diarios y la adicción al blogueo compulsivo son propios de mi naturaleza. No concibo mi existencia sin estos grafómanos escapes que tanto placer me reportan.
Nos dice Leonardo Da Jandra: Inicié el primer diario a los dieciséis años. Se trataba de ponerle alas a los sueños, y comencé a pilotear una nave con todo el deseo de que puede ser capaz un adolescente atractivo y asesino-
Me anticipé por seis años a Leonardo. Yo inicié el mío a los 10 años, en ese mítico año de 1984 en el que tantas cosas iniciaron para mí.
Mis padres me regalaron un cuaderno muy bonito de pastas duras para que escribiera la historia de mi vida y vaya que hubo cosas que escribir en el orwelliano año.
En 1984 dejé de ser hijo único, pues el 30 de septiembre nació mi hermana Ana (que en este momento preciso está en un pueblito vinícola de Francia y empezará a trabajar en los viñedos cortando uvas, dicho sea de paso)
En 1984 fui presa de un enamoramiento desgarrador y por primera vez en mi vida derramé lágrimas por una mujer. Resulta que me volví loco por mi prima hermana Erika y aunque suene pretencioso, ese idilio infantil fue algo más que un tatuaje en mis sentimientos
En 1984 descubrí el heavy metal con discos gloriosos como el Stay hungry de Twisted Sister, Condition critical de Quiet Riot y 1984 de Van Halen. Sí, esos discos en formato Lp fueron mi regalo de Navidad y 20 años después sigo clavadote en la misma tecla metalera.
Desde entonces me dio por escribir la historia de mi vida, algo que he hecho de manera casi ininterrumpida.
Vuelvo a citar al huatulqueño- gallego: - Escribir un diario suele ser la manera más segura de perderse en la seudoeternidad, aunque lo que se busque sea más bien la permanencia de la memoria-
El diario es a mi juicio la única posibilidad de no morir ahogado en la alta mar de la vida. En 2003 descubrí el blog y confieso, no sin pena, que abandoné en gran medida la tinta y el papel para pasar a la fibra óptica. Pero lo más trascendental es el hecho de que del papel ultraprivado con caligrafía ilegible, muté a este escenario público cibernético. Pero ojo, no hay que confundir: el blog no es mi diario. Aquí no escribo absolutamente todo lo que me pasa ni lo que pienso. Digamos que casi todo, pero no todo. Mucha razón tiene Nanilkah cuando señala que todo aquello que escribes puede ser usado en tu contra. Y resulta que algunos personajes del universo político periodístico se han enterado de la existencia de este blog y suelen leerlo. Dado que estos personajes son escorpiones que pican con la cola, utilizarán cualquier paso en falso o cualquier declaración comprometedora para hacerme caer en una trampa. Por ello hablo muy poco de mi trabajo en este espacio y no revelo mis sentimientos más oscuros, si bien debo decir que nada de lo que aquí escribo es mentira.
Otra cita sabia de Da Jandra: Entre lo último que leí he encontrado pocas obsesiones perdurables. Y quiero entender aquí por obsesión un doblegarse del sujeto ante sus delirios esenciales: Kant ante el método, Hegel ante el sistema, Marx ante la Historia...; pero en el ámbito estrictamente literario Lowry es uno de los candidatos más sólidos para ser campeón de los obsesivos.