Por Daniel Salinas Basave
En la literatura fantástica y en el psicoanálisis la obsesión es recurrente: alguien sueña con soñar el sueño de otro.
El sueño, emanación del subconsciente, es en sí mismo otredad, pues revela esos deseos y temores de nuestro ser que a menudo nosotros mismos desconocemos. Al enfrentar al subconsciente, de una u otra forma enfrentamos al otro.
Luego entonces, tratar de penetrar en el sueño de un otro absoluto es una idea más que seductora, aunque en la praxis difícil.
Sin tratar de complicarse la vida en laberintos piscoanalíticos o filosóficos, el italiano Antonio Tabucchi da rienda suelta a un capricho personal y valiéndose de la licencia literaria, que acaso el historiador alguna vez envidie, nos entrega 20 narraciones cortas donde nos describe 20 diferentes sueños que ocurren en las cabezas de igual número de personajes de la historia.
Los sueños de poetas, novelistas, pintores, filósofos y hasta un personaje mitológico, son recreados por Tabucci en este interesante ejercicio literario.
En su nota introductoria, el italiano se confiesa asaltado por el deseo y la curiosidad de conocer los sueños de aquellos artistas a los que admira y el libro Sueños de sueños no es más que una añeja tenta-ción transformada en papel.
Aún así, Tabucchi admite que los sueños que puso en las mentes de sus artistas admirados, son simples suposiciones nacidas en su cabeza.
Me doy cuenta de que en estas narraciones vicarias, que un nostálgico de sueños ignotos ha intentado imaginar, son tan sólo pobres suposiciones, pálidas ilusiones, inútiles prótesis. Que como tales sean leídas, y que las almas de mis personajes, que ahora estarán soñando en la Otra Orilla, sean indulgentes con su pobre sucesor, nos dice textualmente el italiano.
Y es que es de lo más atractivo imaginar que pudieron soñar pintores como Francisco de Goya o Tolousse Lautrec, o poetas como Arthur Rimbaud, Fernando Pessoa o Federico García Lorca por mencionar solo algunos.
El primer sueño narrado es el de Dédalo, un personaje de la mitología griega padre de Ícaro y aeronauta por vocación y concluye, vaya paradoja, con el intérprete de sueños Sigmund Freud, en lo que es por cierto una de las mejores narraciones del libro.
¿Se vale jugar de esa manera con los sueños de personajes históricos? Por fortuna, en los territorios de la literatura y el sueño, no hay reglas que valgan. Luego entonces, todo, absolutamente todo, es posible. ¿Para qué limitarse entonces?
Los últimos tres días de Fernando Pessoa
Celebro que la Editorial Anagrama haya tenido la brillante idea de incluir dos obras cortas de Antonio Tabucci en un mismo volumen.
Después de Sueños de sueños, el sello catalán tuvo a bien incluir el relato corto Los tres últimos días de Fernando Pessoa.
No son pocos los artistas que están obsesionados con la figura del gran poeta portugués y sus heterónimos.
Los tres últimos días de Fernando Pessoa es también ficción pura y que me perdone Tabucci por la odiosa comparación, pero irremediablemente me remite a una obra bastante más larga aunque de estructura similar: El año de la muerte de Ricardo Reis, de José Saramago.
Es el 28 de noviembre de 1935 y el solitario Pessoa es visitado por sus heterónimos en una vieja pensión de Lisboa.
Al igual que a Saramago, a Tabucci también lo sedujo la idea del diálogo entre Pessoa y Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis, o la presencia de los enigmáticos Bernardo Soares y Antonio Mora.
La diferencia, además del inconfundible sello de Saramago, es que en el relato del portugués el personaje principal es Ricardo Reis y Pessoa es el fantasma, mientras que con Tabucci es Pessoa quien recibe a sus heterónimos.
El resultado es el breve diálogo interno de un poeta que es muchos poetas a la vez y que en medio del desasosiego, dice adiós a la vida. La figura de Pessoa es un semillero de ficciones y sin duda el relato de Tabucci no decepcionará a los devotos del portugués.
En la literatura fantástica y en el psicoanálisis la obsesión es recurrente: alguien sueña con soñar el sueño de otro.
El sueño, emanación del subconsciente, es en sí mismo otredad, pues revela esos deseos y temores de nuestro ser que a menudo nosotros mismos desconocemos. Al enfrentar al subconsciente, de una u otra forma enfrentamos al otro.
Luego entonces, tratar de penetrar en el sueño de un otro absoluto es una idea más que seductora, aunque en la praxis difícil.
Sin tratar de complicarse la vida en laberintos piscoanalíticos o filosóficos, el italiano Antonio Tabucchi da rienda suelta a un capricho personal y valiéndose de la licencia literaria, que acaso el historiador alguna vez envidie, nos entrega 20 narraciones cortas donde nos describe 20 diferentes sueños que ocurren en las cabezas de igual número de personajes de la historia.
Los sueños de poetas, novelistas, pintores, filósofos y hasta un personaje mitológico, son recreados por Tabucci en este interesante ejercicio literario.
En su nota introductoria, el italiano se confiesa asaltado por el deseo y la curiosidad de conocer los sueños de aquellos artistas a los que admira y el libro Sueños de sueños no es más que una añeja tenta-ción transformada en papel.
Aún así, Tabucchi admite que los sueños que puso en las mentes de sus artistas admirados, son simples suposiciones nacidas en su cabeza.
Me doy cuenta de que en estas narraciones vicarias, que un nostálgico de sueños ignotos ha intentado imaginar, son tan sólo pobres suposiciones, pálidas ilusiones, inútiles prótesis. Que como tales sean leídas, y que las almas de mis personajes, que ahora estarán soñando en la Otra Orilla, sean indulgentes con su pobre sucesor, nos dice textualmente el italiano.
Y es que es de lo más atractivo imaginar que pudieron soñar pintores como Francisco de Goya o Tolousse Lautrec, o poetas como Arthur Rimbaud, Fernando Pessoa o Federico García Lorca por mencionar solo algunos.
El primer sueño narrado es el de Dédalo, un personaje de la mitología griega padre de Ícaro y aeronauta por vocación y concluye, vaya paradoja, con el intérprete de sueños Sigmund Freud, en lo que es por cierto una de las mejores narraciones del libro.
¿Se vale jugar de esa manera con los sueños de personajes históricos? Por fortuna, en los territorios de la literatura y el sueño, no hay reglas que valgan. Luego entonces, todo, absolutamente todo, es posible. ¿Para qué limitarse entonces?
Los últimos tres días de Fernando Pessoa
Celebro que la Editorial Anagrama haya tenido la brillante idea de incluir dos obras cortas de Antonio Tabucci en un mismo volumen.
Después de Sueños de sueños, el sello catalán tuvo a bien incluir el relato corto Los tres últimos días de Fernando Pessoa.
No son pocos los artistas que están obsesionados con la figura del gran poeta portugués y sus heterónimos.
Los tres últimos días de Fernando Pessoa es también ficción pura y que me perdone Tabucci por la odiosa comparación, pero irremediablemente me remite a una obra bastante más larga aunque de estructura similar: El año de la muerte de Ricardo Reis, de José Saramago.
Es el 28 de noviembre de 1935 y el solitario Pessoa es visitado por sus heterónimos en una vieja pensión de Lisboa.
Al igual que a Saramago, a Tabucci también lo sedujo la idea del diálogo entre Pessoa y Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis, o la presencia de los enigmáticos Bernardo Soares y Antonio Mora.
La diferencia, además del inconfundible sello de Saramago, es que en el relato del portugués el personaje principal es Ricardo Reis y Pessoa es el fantasma, mientras que con Tabucci es Pessoa quien recibe a sus heterónimos.
El resultado es el breve diálogo interno de un poeta que es muchos poetas a la vez y que en medio del desasosiego, dice adiós a la vida. La figura de Pessoa es un semillero de ficciones y sin duda el relato de Tabucci no decepcionará a los devotos del portugués.