El viernes fue un día simplemente largo e intenso. Teníamos la encomienda de localizar el domicilio de Adrián Rodríguez, el joven que se encuentra preso luego de denunciar que descubrió 14 kilos de mota ocultos en su carro. Pese a lo mucho que lo hemos apoyado con nuestras notas, su familia se mostró en extremo renuente a la hora de pasarnos su dirección. Su esposa Jazmín estaba demasiado afectada y por alguna razón se negaba a que la visitáramos en su casa, en donde nosotros pretendíamos tomar fotos del entorno familiar del detenido.
Dado que para nosotros, que también somos detectives salvajes, no hay límite alguno, Tizoc y yo nos lanzamos a buscar su casa, sabiendo únicamente que estaba en Chula Vista. Primero fuimos a San Diego a buscar el lugar donde supuestamente trabaja para solicitar información sobre él, pero fanáticos como son de la confidencialidad, nos dijeron pura madre. Total, que gracias a un intenso trabajo de equipó de nuestros compañeros en Tijuana, logramos dar con el cantón de Adrián, en donde nos reci-bió su joven esposa visiblemente sorprendida. No fue fácil convencerla de hablar y dejarnos tomar fotos, pero luego de un intenso cabildeo con sus abogados, lo conseguimos. El problema es que ya eran las 17:00 horas y yo me había comprometido a dar un mensaje para la celebración del aniversario de Frontera y simplemente no había preparado nada. Para colmo, la fila para cruzar la línea de allá para acá, estaba hasta la madre. Más de media hora tardamos en entrar a Tijuana.
Llegué como a las 18:00 horas con la tarea de escribir de volada la crónica de mi conversación con Jazmin y posteriormente estructurar algo de lo que diría en la celebración. En realidad jamás leo, pero me gusta crear una estructura coherente de lo que diré, aunque al final acabe pronunciando lo primero que se me viene a la cabeza. La celebración de nuestro cuarto aniversario fue emotiva, alegre y con buena vibra. Se inauguró una exposición y se lanzó la campaña Soy de Frontera. Con el discurso me fue bien o al menos la respuesta fue buena. Siempre se me ha dado bien esto de hablar en público, por lo que me he acostumbrado a dar mensajes, arengas y exhortaciones desde que estoy en la primaria. Ya en prepa y universidad me dediqué a participar en concursos de oratoria y debates (he ganado tres en mi vida), pero siempre he preferido el estilo espontáneo y por ese aposté la noche del viernes. Por lo demás, confieso que estoy muy contento de ver cumplir cuatro años a un proyecto del que formo parte desde su gestación. Y es que aunque alguna que otra vez me enoje, yo en verdad le tengo cariño a este periódico del que me siento parte.
El vino rosado derribó barreras, dibujó sonrisas y nos regaló un festejo de tintes un tanto cuanto dionisiacos.
Dado que para nosotros, que también somos detectives salvajes, no hay límite alguno, Tizoc y yo nos lanzamos a buscar su casa, sabiendo únicamente que estaba en Chula Vista. Primero fuimos a San Diego a buscar el lugar donde supuestamente trabaja para solicitar información sobre él, pero fanáticos como son de la confidencialidad, nos dijeron pura madre. Total, que gracias a un intenso trabajo de equipó de nuestros compañeros en Tijuana, logramos dar con el cantón de Adrián, en donde nos reci-bió su joven esposa visiblemente sorprendida. No fue fácil convencerla de hablar y dejarnos tomar fotos, pero luego de un intenso cabildeo con sus abogados, lo conseguimos. El problema es que ya eran las 17:00 horas y yo me había comprometido a dar un mensaje para la celebración del aniversario de Frontera y simplemente no había preparado nada. Para colmo, la fila para cruzar la línea de allá para acá, estaba hasta la madre. Más de media hora tardamos en entrar a Tijuana.
Llegué como a las 18:00 horas con la tarea de escribir de volada la crónica de mi conversación con Jazmin y posteriormente estructurar algo de lo que diría en la celebración. En realidad jamás leo, pero me gusta crear una estructura coherente de lo que diré, aunque al final acabe pronunciando lo primero que se me viene a la cabeza. La celebración de nuestro cuarto aniversario fue emotiva, alegre y con buena vibra. Se inauguró una exposición y se lanzó la campaña Soy de Frontera. Con el discurso me fue bien o al menos la respuesta fue buena. Siempre se me ha dado bien esto de hablar en público, por lo que me he acostumbrado a dar mensajes, arengas y exhortaciones desde que estoy en la primaria. Ya en prepa y universidad me dediqué a participar en concursos de oratoria y debates (he ganado tres en mi vida), pero siempre he preferido el estilo espontáneo y por ese aposté la noche del viernes. Por lo demás, confieso que estoy muy contento de ver cumplir cuatro años a un proyecto del que formo parte desde su gestación. Y es que aunque alguna que otra vez me enoje, yo en verdad le tengo cariño a este periódico del que me siento parte.
El vino rosado derribó barreras, dibujó sonrisas y nos regaló un festejo de tintes un tanto cuanto dionisiacos.