Eterno Retorno

Thursday, July 31, 2003

Canciones de calle. Ayer: Whisky in the Jar de Metallica. La escuché unas seis veces sin cansarme. Todas las rolitas del Garage days son muy callejeras, puro rock and roll feeling.

Disco de anoche: Para después de cenar Sick Off It All, Live in a dive. Pura energía. Es increíble como me da para arriba escuchar un buen hard core. El hard core es la música más energética y revitalizante que existe. Recuerdo la noche del sábado 21 de febrero de 1992. En la arena López Mateos de Tlalnepantla se presentaban los thrasheros de Nuclear Assault, los deathmetaleros satánicos de Deicide y los hardcoreros nezayorquinos de Sick Off It All. Yo acudí por ver a los grupos metaleros, pero Sick Off It All se llevó la noche con su energía y buena vibra straight edge. Sin duda fueron los mejores. Anoche me escuché el disco completito a todo volumen. Mis vecinos me deben odiar. Carolina dice que soy como un sinaloense del rock, por aquello de que me gusta hacer reventar bocinas, pero el hard core es simplemente maravilloso y yo necesitaba cargarme de energía. Por cierto, siempre me he querido tatuar el dragoncito de Sick Off It All- Estamos pendientes-

Disco de la mañana: Abre Páez del buen Fito, a sugerencia, claro está, de Carolina. Tenías un vestido y un amor y Ciudad de pobres corazones enmarcaron el camino al trabajo por la Carretera Escénica. Me duele despedirme de Carolina cada mañana. En verdad la extraño mucho durante las 10 horas del día que estamos separados y máxime cuando escucho las canciones que me hacen pensar en ella.


Zaratustra consideró a la compasión como el peor de los vicios del cristianismo. La exaltación de la piedad como una virtud causa asco al gran profeta. Luego entonces, yo debo haberle resultado asqueroso ayer por la mañana. Lo confieso: sentí compasión, sentí horribles remordimientos, que fueron capaces de torturarme todo el día. Si fuera católico, hubiera acudido a confesarme para expiar mis pecados. Sucedió a las 6:40 de la mañana, cuando me disponía a beber el primer café del día y lo descubrí. Un nuevo ratón había caído. Concretamente el número once. Los diez anteriores habían caído en trampas convencionales de madera, de esas que les aplastan la cabeza y los matan al instante. Sin duda una muerte rápida, inmediata, sin traumas. Pero en los últimos días las trampas habían sido burladas. El queso desaparecía y las trampas permanecía sin disparar. Carolina decidió entonces cambiar de método y comprar trampas de esas que tienen pegamento y atrapan al ratón en una melcocha. El grave problema y lo más cruel de todo, es que el roedor queda vivo. Y ahí estaba el pobre ratón, atrapado de cuerpo entero dentro de la melcocha, pero moviendo desesperadamente las partes de su anatomía que no estaban dentro del pegoste. Tuve la firme intención de despegarlo, pero era materialmente imposible, pues sin duda le hubiera desprendido parte de la piel. No quedó otra alternativa que sacarlo de la casa y abandonarlo a su suerte, deseando que algún gato interrumpiera su agonía.
Ayer y hoy no han aparecido más ratones. Los quesos continúan en las trampas y nadie los devora. La casa está sellada y no hemos visto más las huellas de su presencia. ¿Habrá sido el último? Entonces fue el último héroe de la resistencia, el único que pudo burlar con su astucia las trampas convencionales y resistió a más de 10 días de cruel genocidio y que al final acabó teniendo, como todos los héroes y santos, la muerte más cruel. Creo que se le debe perdonar la vida a los valientes, pero a mi me fue imposible salvarlo y eso me hace sentir culpable. Me dediqué a asesinar ratones que solo buscaban ingresar a nuestra casa en busca de sobras. Hice lo mismo que la Patrulla Fronteriza con los migrantes mexicanos. Usé su misma filosofía. “Mi casa es para mi y no se admiten intrusos”. Once ratones muertos. Carajo, como para haberlos vestido de verde y formado un equipo de futbol. (cualquier analogía con nuestra gloriosa Selección campeona de la Copa de Oro es mera coincidencia) Descansa en paz ratoncito. Creeme que lamenté tu muerte-