Este día, Carolina y yo cumplimos cuatro años de legal matrimonio, aunque en realidad juntos tenemos más tiempo. Celebrarlos estrenando una nueva casa, nuestra casa, es más que alentador.
El tiempo parece tener prisa y corre cada vez más rápido. Yo simplemente estoy contento. Aunque soy un incurable estepario que muchas veces despotricó contra las formas tradicionales de convivencia humana, puedo decir honestamente que adoro esta forma de vida.
Me gusta despertar cada mañana a su lado, abrir los ojos en medio de la madrugada y sentirla ahí, siempre junto a mí. Me gusta mucho besarla, no me canso de besarla, nunca tengo suficiente. Puedo hablar con ella por horas y horas o escuchar música en silencio compartiendo un buen vino, podemos bromear, jugar, llorar, fantasear, viajar, caminar calles, ver atardeceres.
Así han sido estos cuatro años y medio, así quiero que sea toda la vida, lo mucho o poco de tiempo que quede.
La mayoría de mis más cercanos amigos son solteros empedernidos. Le tienen fobia a todo aquello que huela a compromiso matrimonial y se imaginan que la vida en pareja es una rutina ahuevante.
Que equivocados están, aunque bueno, creo que eso depende de encontrar a la persona adecuada. Yo desde aquí puedo afirmar que la vida de la enorme mayoría de los solteros me parece una de las formas más acabadas del tedio.
Veo a mis amigos de Monterrey y de México, la mayoría diciendo adiós a sus veintes, y aferrados a la soltería. Ahí están, buscando el sentido de su existencia de antro en antro, tratando de encontrar el amor al fondo de una caguama, arreglando el mundo en aburridas pedas masculinas, mal gastando la noche en furtivas puñetas, alucinando mujeres detrás de cualquier par de piernas.
A estas alturas de mi vida, se me haría el colmo del ridículo vivir en casa de mis padres o salir a un bar con afán de ligue. Nada peor que un solitario treintañero buscando el secreto de la felicidad en la barra de un antro. Pero en fin, cada quien su vida. A mucha gente le resulta insoportable la monogamia y la fidelidad. Para mi es simplemente la forma perfecta de vida.
Pero en este mundo no hay recetas para estar contento. Yo no me imaginaba que el matrimonio me fuera a sentar tan bien. A otros les va de maravilla la soltería. Ahora sí que cada quien su vida.
Por lo pronto, esta mañana antes de las 8:00 tuvimos nuestro romántico desayuno de aniversario saboreando unos deliciosos tacos de birria en un puesto en el crucero de Guaycura y Cucapah. Altamente recomendables.
El tiempo parece tener prisa y corre cada vez más rápido. Yo simplemente estoy contento. Aunque soy un incurable estepario que muchas veces despotricó contra las formas tradicionales de convivencia humana, puedo decir honestamente que adoro esta forma de vida.
Me gusta despertar cada mañana a su lado, abrir los ojos en medio de la madrugada y sentirla ahí, siempre junto a mí. Me gusta mucho besarla, no me canso de besarla, nunca tengo suficiente. Puedo hablar con ella por horas y horas o escuchar música en silencio compartiendo un buen vino, podemos bromear, jugar, llorar, fantasear, viajar, caminar calles, ver atardeceres.
Así han sido estos cuatro años y medio, así quiero que sea toda la vida, lo mucho o poco de tiempo que quede.
La mayoría de mis más cercanos amigos son solteros empedernidos. Le tienen fobia a todo aquello que huela a compromiso matrimonial y se imaginan que la vida en pareja es una rutina ahuevante.
Que equivocados están, aunque bueno, creo que eso depende de encontrar a la persona adecuada. Yo desde aquí puedo afirmar que la vida de la enorme mayoría de los solteros me parece una de las formas más acabadas del tedio.
Veo a mis amigos de Monterrey y de México, la mayoría diciendo adiós a sus veintes, y aferrados a la soltería. Ahí están, buscando el sentido de su existencia de antro en antro, tratando de encontrar el amor al fondo de una caguama, arreglando el mundo en aburridas pedas masculinas, mal gastando la noche en furtivas puñetas, alucinando mujeres detrás de cualquier par de piernas.
A estas alturas de mi vida, se me haría el colmo del ridículo vivir en casa de mis padres o salir a un bar con afán de ligue. Nada peor que un solitario treintañero buscando el secreto de la felicidad en la barra de un antro. Pero en fin, cada quien su vida. A mucha gente le resulta insoportable la monogamia y la fidelidad. Para mi es simplemente la forma perfecta de vida.
Pero en este mundo no hay recetas para estar contento. Yo no me imaginaba que el matrimonio me fuera a sentar tan bien. A otros les va de maravilla la soltería. Ahora sí que cada quien su vida.
Por lo pronto, esta mañana antes de las 8:00 tuvimos nuestro romántico desayuno de aniversario saboreando unos deliciosos tacos de birria en un puesto en el crucero de Guaycura y Cucapah. Altamente recomendables.