Eterno Retorno

Thursday, June 19, 2003




Visten traje oscuro, corbata de seda y en sus manos delatan lo mucho que les gusta el oro. Son precavidos, desconfiados por naturaleza de su oficio. El acento colombiano los delata pero a la vez envuelve. El Dios te bendiga es punto final para cada frase. Miran a los ojos, escudriñan y al sentirse acechados de inmediato asoman sus uñas retráctiles. Están acostumbrados a interlocutores atiborrados de dudas, temores y fe en lo imposible
Piden que se les llame Profesor y no dudan en afirmar que son dueños de conocimientos superiores a los del común de los mortales.
Su oficina, en el segundo piso de un desvencijado edificio de la Zona Centro, es un corral en donde conviven Shiva y la Virgen de Guadalupe, el Divino Niño y el Buda panzón. Tampoco escatiman en velas y aromas. En la sala de espera aguardan afligidas doñitas y confundidos trabajadores para quienes 200 pesos por conocer su futuro significan más que un sacrificio.
Pues bien, ellos me descubrieron cuando intentaba descubrirlos. Notaron mi grabadora oculta en mi chamarra. Al final, con la confianza que da el cinismo de quien revela sus intenciones, acabamos platicando de temas comunes. Las Farc, Uribe, García Márquez, América de Cali y el Padre García Herreros. Sostengo que son unos charlatanes, pero nunca dije que fueran pendejos. Se saben acechados y ahora están a la defensiva. Esto apenas comienza. El general Roso José Serrano, Zar Anti-drogas de Colombia, me lo dijo hace dos años cuando platiqué con él en la Universidad de San Diego: “No me lo tomes a mal, pero los colombianos son mucho más vivos que los mexicanos cuando se trata de hacer negocios sucios”. Solo espero que estos encomienden su alma a una celestial María Auxiliadora y no a un terrenal Cartel de Cali.
No será fácil, lo sé, pero esto apenas comienza. Esos hijos de su puta madre serán expuestos como lo que son. De cualquier manera, si algo me sucede en los próximos días, voy a ir atribuyéndoles la responsabilidad. Por si las dudas-


Los políticos vienen a visitarnos. Llegan a la Redacción atiborrados de frases amables, sonrisas hipócritas, verdades absolutas y fórmulas para esparcir pedazos de Paraíso en la Tierra. Unos cuantos minutos desperdiciados en verborrea, por aquello de ir rompiendo el hielo y de manera sutil, casi imperceptible, entramos en materia. Me gusta ser quien dirige la primera pregunta dura, esas incómodas palabras que anuncian el comienzo del round. Entrevistar es combatir, acorralar, fintar, estirar, aflojar, pegar, sobar e inyectar una dosis de veneno en cada palabra. Hay días en que amanezco cargado pólvora, otros mi arsenal está seco. Hoy nos visitó un político en desgracia. Un alma en pena que purga sus pecados desterrado de la ubre de la que tanto tiempo mamó, soñando con ser lo que algún día, en el lejano invierno de 1993, estuvo a instantes de alcanzar.
Reloj Tissot de correa desgastada, lentes cuyo fondo es casi de botella, canas, piel flácida, voz monótona de acento chilango y un ego que se niega a aceptar las ingratas cachetadas de la vida. Alguien que aún no se acostumbar a una década de tragar sapos y lagartijas.