Eterno Retorno

Friday, June 20, 2003

Hoy por la mañana estuve cerca, muy cerca de atropellar a una doña que iba cruzando la calle con dos perros, uno de ellos en brazos. Resulta que para salir de Parque de Baja California y dar vuelta en Paseo Playas uno tiene que poner al tiro sus siete u ocho sentidos. Un camión estacionado frente al fraccionamiento La Perla tapara toda mi visibilidad respecto a la gente que viene de Norte a Sur. La Avenida está atiborrada de atolondradas madres de familia que van contando los segundos para que a sus tepescuincles no les cierren la puerta del colegio. Total que el más mínimo resquicio de tiempo y espacio debe ser aprovechado para acelerar y tomar la avenida. Justo cuando me disponía a dar una vuelta rayadora Carolina gritó ¡¡¡¡FRENA¡¡¡¡ Mi zapato Doctor Martínez hundió el freno a las máximas profundidades. Frente a mi, a unos centímetros estaba la doñita, paralizada por el pánico. Confieso que no la había visto y que de no ser por Carolina, la transeunte se hubiera transformado en una calcamonía en el cofre.
Grite un espontáneo y sincero ¡¡¡PUTA MADRE¡¡¡. Carolina me fue regañando todo el camino. Llegó incluso a formular la teoría de que el exceso de metal en mis oídos me vuelve atrabancado al volante, lo cual debo aceptar, no está muy alejado de la realidad. Por lo demás, debo aceptar que hubiera lamentado muchísimo lastimar a alguno de los perros.



Pasos de Gutenberg

Entre hombres
Germán Maggiori
Premio Resistencia Literatura, Primer Concurso Internacional de Novela por Internet

Por Daniel Salinas Basave

Hay novelas que desde los primeros párrafos se presentan ante el lector tal cual son, sin tapujos o disfraces de ninguna especie, enseñando un color radicalmente definido.
Cuando se tiene en las manos Entre hombres del argentino Germán Maggiori nadie caerá en estériles discusiones sobre géneros o estilos.
Ya sea en papel o en fibra óptica, Entre hombres es una novela color negro azabache. Detesto encarcelar a la literatura en géneros o ismos, pero la obra de Maggiori es una novela típica y absolutamente policíaca, fiel a sus cánones.
Nada menos y nada más que una oscura historia de policías, criminales y seres marginales que chapotean en el fango de un oscuro pantano de complicidades.
El escenario son los bajos fondos de un Buenos Aires en crisis, azotado por la delincuencia, las drogas, la promiscuidad y la corrupción política. No son las idealizadas avenidas porteñas de La Recoleta y Corrientes con su aroma europeo las que aparecen en esta novela, sino las sórdidas calles de suburbios inundados de cocaína y armas de alto poder. El lado sucio del paraíso primer mundista de Carlos Menem.
Maggiori construye su historia con la maestría que debe tener un artesano de la crónica policíaca en las más rojas páginas de los diarios.
Jugando con fechas, escenarios y personajes que se entrecruzan entre casualidades y pactos, el autor nos entrega una historia que parece obsesionar a la política sudamericana: el hombre de mundo, político o empresario, que es descubierto y capturado por una cámara cuando se entrega a bajas pasiones.
La primera escena nos hace presagiar el recorrido por los infiernos bonarenses. Marilú, un trasvesti que utiliza minifaldas cortas de vinilo, botas de cuero charolado t tacón de aguja, se maquilla para acudir a una importante cita con un juez, un banquero y un candidato a senador, quines ahogados en polvo blanco, desean un poco de “diversión”.
Con lo que no cuentan estos hombres célebres de la política argentina, es con el hecho de que alguien ha colocado una cámara oculta en algún lugar de la habitación donde celebran la orgía.
El Tucumano, lenón y traficante de baja estofa, demasiado intoxicado por las pastillas, intenta manejar la situación y sacar provecho de ella pensando en hacer el negocio de su vida. Pero algo sale mal esa noche.
El error determinará la trama de las siguientes páginas en donde Maggiri hará desfilar una serie de singulares personajes del Buenos Aires decadente y marginal.

Un policía sádico y acomplejado, otro esquizofrénico en permanente diálogo con su voz interior, un agente que alterna su labor policíaca con su vida de trasvesti y una pandilla de delincuentes fracasados que intentan el negocio de su vida.
Particularmente deliciosa resulta la forma en que Marggiori se burla la hipocresía de las campañas políticas y de las argucias de los comunicadores para levantar la imagen de candidatos decadentes.
También la forma en que, sacando al psicoanalista que todo argentino parece llevar dentro, bucea en los traumas subconscientes de los criminales.
Hasta el momento, Entre hombres es el retrato más crudo de la sociedad menemista que he tenido en mis manos y una de las novelas policíacas más entretenidas que he leído en los últimos años.
Cualquiera pensaría que estas 335 páginas de oscuridad, sangre y decadencia solo pueden salir de la mente de un reportero de nota roja o de un criminólogo. Cuesta trabajo creer que Maggiori es un dentista que se dedica a dar clases en la Facultad de Odontología.