Caminar por las calles del centro, diluírse entre gentíos, perderse en hedores, escuchar un sin fin de ruidos, subirse a un taxi, sentir pieles sudorosas, miradas amenazantes. Eso es tomarle el pulso a la ciudad. Solo así puedo agarrar inspiración para iniciar reportajes. Cuando te encierras en tu carro y en tu oficina pierdes la dimensión del mundo. Para empaparte de Tijuana hay que caminarla. Hacía mucho que no caminaba tanto como hoy. Ahora comprendo el porque aquellos periodistas cuya vida transcurre del asiento del carro al asiento del escritorio olvidan con facilidad que tan caliente está la sangre que corre por las venas laceradas de nuestra ciudad.
Tuesday, June 10, 2003
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