Una plaga de ideas infesta mi cabeza los lunes por la mañana. Revolotean y zumban cual tenaces abejorros y en el momento en que tomo la decisión de aprehenderles, huyen sin dejar rastro.
Hoy es lunes y no estoy crudo. Luego entonces este lunes no es santo ni aspira siquiera a ser beatificado. Solo la resaca es capaz de santificar un día como este.
Honestidad brutal
Uno de los espectáculos más deprimentes que depara el cotidiano teatro de las redundancias es contemplar la pelea entre dos escritores que se jalonean el pelo y se pican los ojos chillando cual gatas en celo. Ya lo dije una vez en este blog: dos escritores que discuten sobre su prestigio tomando como base premios otorgados por mediocracias locales, becas de hambre y privilegios de rancho, me resultan peor que dos putas de baja ralea disputándose a arañazos la verga de su padrote. Perdonen por la brutal honestidad, pero así los veo.
Es un añejo vicio inherente a todos los creadores atacar públicamente a alguien que hace lo mismo que ellos y decirle, palabras más palabras menos, “yo soy mejor que tu”.
También se aplica a los periodistas por cierto. Que lástima me da Blancornelas, quien ha dedicado ya dos de sus prestigiadas columnas Dobleplana a despotricar contra el trabajo de Jorge Morales. Pobre viejito chocho y amargado, delirante en su paranoia senil, viendo Arellanos con tranchete en cada rincón de la cocina.