Eterno Retorno

Wednesday, April 30, 2003

Vida normal RIP

Los espacios editoriales de los periódicos son cementerios a donde una piara de palabras ahuevadas y moribundas acuden a regodearse chapoteando en sus narcicísticos meados. Pocos, muy pocos, son los que tienen la capacidad de transformar en algo el rancio sabor de esta vasta estepa de papel, a menudo desperdiciada. Hoy, uno de esos pocos dice adiós a nuestro periódico.
Con tristeza me entero que la columna de Bruno Ruiz se despide de Frontera. Vida normal le puso una dosis de originalidad y fino humor a ese cementerio de página. Bruno tiene el mérito de no habernos recetado nunca verdades absolutas sobre el Presidente Fox, la inseguridad, las elecciones, el acuerdo para el campo, el Pemexgate y de más monstruosidades, actoras estelares en el teatro de las redundancias periodísticas.
En fin. Me gustaría ser yo quien definiera los contenidos y las plumas de las páginas editoriales. Pero uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser. Descanse en paz vida normal.

Sobre Agua Caliente

Desde hace tres años la columna Agua Caliente se ha transformado en el lastre de mi vida. Esa pequeña condenilla cotidiana que debo purgar todos los días. Si yo fuese creyente, diría que es la cruz que me tocó cargar en este mundo.
En realidad desprecio la columna Agua Caliente y sus contenidos. Debo confesar que yo, en mi sano juicio, jamás la leería.
Chismes, intriga, cizaña y eventuales chascarrillos sobre una piara de de cerdos mediocres del mundo político y empresarial de nuestra ciudad.
En los días en que cierto espíritu lúdico se apodera de mis ideas, llego a divertirme con mis propios comentarios. Cierto afán chingativo me genear un morboso placer al imaginar que un par de párrafos escritos al garete pueden indigestarle el desayuno a un bastardo.
Lo peor de todo es que los políticos, por insignificantes que sean, se sienten importantes. Ellos aman, por sobre todas las cosas aparecer en las columnas. No importa si hablo pestes de ellos. Me he dado cuenta que su peor pesadilla es el ser olímpicamente ignorados.
Entre las 17:00 y las 20:00 suelo recibir llamadas de los chismosos profesionales. Unos lo hacen para enaltecer sus propias virtudes o las de su aborrecible patrón. Otros, los más, pretenden sembrar intrigas contra sus rivales políticos, los mismos a los que mañana darán un abrazo, a quienes adjudican las peores bajezas humanas. En un buen día, me dan risa. En un día normal, me generan un pavoroso tedio. Lo más chistoso es que hay gente que piensa que a mi en verdad me interesa la política. Imaginan que soy un hombre que pasa horas lucubrando acciones maquiavélicas frente a un ejército de tasas de desabrido café. Creen los pobres que yo tengo mis gallos, mis favoritos y por ende mis intereses. No saben que a todos sin excepción los considero un atajo de bodrios aburridos e ignorantes.
Alguien me llegó a preguntar si no pensaba escribir sobre política en mi blog ¿Se imaginan? La única razón por la que yo debo dedicar mi tiempo a escribir sobre tan soporíferos temas es porque aquí hacen como que me pagan por ello. Lo hago de la misma forma y con el mismo ánimo con que picaría piedra o cargaría ladrillos si por ello me pagaran mejor. Aunque pensándolo bien, bastaría con que en los corrales donde retozan los cerdos, yo difundiera el rumor de que tengo un blog donde revelo las más mórbidas cizañas de la política bajacaliforniana. En cuestión de días, lograría que todos los marranos de la ciudad impusieran a sus achichincles de incomunicación social la obligación de de revisar diariamente mi blog y elaborar una bitácora del mismo.

Pasos solitarios

Cosa contraria me sucede con espacio Pasos de Gutenberg en el suplemento cultural Minarete, en donde cada domingo comento mi lectura de la semana. Ese es quizá el único rincón de mi vida laboral que siempre desempeño con gusto. Los libros, sean buenos o malos, ejercen tremenda influencia sobre mi estado de ánimo. Luego entonces me gusta hablar de ellos. Pero mientras Agua Caliente suma cientos de lectores, Pasos de Gutenberg tiene seguramente uno solo que soy yo mismo.
Dos de mis grandes pasiones, la literatura y el metal, han sido a lo largo de mi vida delirios de autista que me ha sido imposible compartir.