Eterno Retorno

Monday, May 05, 2003



Sola. La redacción está deliciosamente sola. Así me gusta. Únicamente mi teclado, y algunos inoportunos telefonazos rompen el silencio.
La redacción es un cuerpo que tiene temperatura. Acaso deba existir un termómetro que se coloque en la axila de esta sala y denote como anda su nivel de fiebre.
(Por cierto: ¿donde se ubica la axila?, ¿olerá a sudor?)

Otra vuelta al reloj. Lunes. Inicia la primera semana completa en mucho tiempo. Entre puentes, Semana Santa y mis días libres, hacía un buen rato que no iniciaba una semana de tiempo completo. Vale más que las ideas acudan a mi invocación-

Real de 14

Miro las fotografías de la convención de los bloguitas del noreste en Real de 14. Siento nostalgia y a la vez cierta tristeza al recordar ese sitio. Ciertamente Real de 14 me evoca anécdotas memorables. Comencé a visitar ese abandonado mineral a principios de la década de los 90 cuando aún vivía en México DF. Durante mi etapa regia lo visité regularmente. Una ocasión viajamos en un microbus rentado con la banda más ultrapacheca del Itesm. Otra ocasión fui con Leonardo del Bosque pidiendo aventón en la caseta de cobro de la carretera Saltillo. Nos levantó un trailer y nos dejó en Matehuala. Conocimos unas morritas y retornamos en tren. La última vez que estuve ahí fue la Navidad de 1997 en compañía de Jopy Montero, su hermano Seris y mi amigo Villasáez. Pasamos la noche de Navidad durmiendo, o más bien dicho congelándonos, en la tierra del ruedo. Esa fue mi última visita. Extraño Real de 14. Miro la fotografía. La fuente y la Presidencia Municipal siguen igualitos, pero la esencia de Real ya no es la misma.
Tal vez mi comentario suene al típico lamento de un anciano jipioso que considera que el pasado de ciertos lugares míticos es un edén irrecuperable, pero lo cierto es que a Real de 14 lo han prostituido demasiado.
De la primera a la última vez que fui parece haber un abismo. Botellas de cerveza en el Cerro del Quemado, federales patrullando un desierto cuya tierra ha sido saqueada, lacras en espera de turistas desprevenidos. Lo peor que le puede pasar a un sitio es volverse turístico. Lo mismo le sucedió a Zipolite y Puerto Escondido. Les acuchillaron el espíritu ¿O es mi espíritu el que está sangrando?