Futbol de media semana
El domingo, como palabra o lugar común, va asociado a la retórica futbolera. Sin embargo, los mejores partidos suelen jugarse entre semana.
Nada como un buen Miércoles Europeo. Un oasis de arte y emoción en medio de la alta mar de entre semana. Un Miércoles Europeo siempre tiene algo de heroico. En el pasado había que desafiar escuela. Hoy en día trabajo. Abandonar, aulas, juntas, entrevistas, saberse escabullir del mundo responsable para penetrar en el universo de un juego mágico.
El pasado miércoles, luego de preguntarle de bocajarro a Santiago Creel si le gustaría ser Presidente de la República, me es-cabullí de la rueda de prensa en busca de la primera televisión disponible del Hotel Camino Real. El bar- tender papaba moscas cuando le exigí con inocultable prisa y angustia que pusiera el ESPN. “¿Pos que a poco hay juego?” contestó el pobre sumido en las tinieblas de la ignorancia futbolera de quien no sabe apreciar un Manchester vs Real Madrid (Eso sí, que no se juegue un Chivas vs América o un México vs Martinica porque el hombre estaría preparado con antelación y el bar estaría lleno a tope) Noches antes, había soñado que Manchester marcaba en los primeros minutos. Ronaldo me bajó de mi nube. Pero Van Nistelrooij devolvió las esperanzas en un momento clave. Al final del primer tiempo la Armada Roja bombardeaba el muro blanco. El segundo inició con diez rojos diablos martirizando con sus tridentes la meta de Casillas, pero en algún lugar de sus mulatas cabezas rapadas la Ro-Ro sacó el destello de genialidad que requería la falange madrilista. Roberto Carlos fue cuchillo en mantequilla en una inexistente defensa roja. La blanca cabeza rapada de Barthez se quedó desierta de ideas que permitieran frenar la caricia de Ronaldo. 1-2. Ahí se acabó el partido. Sí, es cierto, los minutos siguientes fueron entretenidos, verticales como pocos. Una orgía de futbol de vaivenes ofensivos. Pero el partido más emocionante del año requiere la tensión y por ende la emoción de saber que algo está en juego hasta el último minuto. Con el segundo gol madrilista el Teatro manchestariano de Old Trafford se quedó sin sueños. Lo demás fue historia. Un autogol con sello de colmo absoluto en el orgullo de un dream team, el tercer balazo de Ronaldo y luego el par de Beckham, con dedicatoria a Florentino Pérez y a Valdano (miren la clase de tiros libres que podrían llevarse al Paseo de la Castellana por solo 60 millones de dólares). El Diario Marca lo calificó como el juego del año y escuché a algunos decir que del Siglo. Sí, no todos los días saborea uno semejantes manjares de verticalidad y acertividad goleadora. Pero en todo el segundo tiempo desapareció el factor tensión. Tal vez eso mismo liberó a los jugadores, pero el aficionado no estuvo sentado al filo de la butaca hasta el minuto 90, pues media hora antes los franquistas ya estaban cómodamente instalados en semifinales. Otra cosa ocurrió con Milán vs Ajax, pero esa es otra historia.
Al final, ganaron los esbirros de Franco. Los émulos de la España fascista e inquisitorial. La Armada Invencible hundió a la Pérfida Albión. Los niños pijos de la Castellana volverán el último miércoles de mayo a la cuna de la Revolución Industrial y Joy Division a enfrentar seguramente a la bestia rojinegra del Milán, a ese monstruo maquiavélico que hace 14 años fuera su peor pesadilla. Por ahora, no queda más que disfrutar la sobre mesa del manjar.
PD: Cambiando de continente: ojo, mucho ojo con el Santos de Brasil. Una sinfonía de buen futbol alegrando las cacofónicas patadas de la Libertadores. Ese equipo puede dar de que hablar. El 4-4 con Nacional también fue de antología.
El domingo, como palabra o lugar común, va asociado a la retórica futbolera. Sin embargo, los mejores partidos suelen jugarse entre semana.
Nada como un buen Miércoles Europeo. Un oasis de arte y emoción en medio de la alta mar de entre semana. Un Miércoles Europeo siempre tiene algo de heroico. En el pasado había que desafiar escuela. Hoy en día trabajo. Abandonar, aulas, juntas, entrevistas, saberse escabullir del mundo responsable para penetrar en el universo de un juego mágico.
El pasado miércoles, luego de preguntarle de bocajarro a Santiago Creel si le gustaría ser Presidente de la República, me es-cabullí de la rueda de prensa en busca de la primera televisión disponible del Hotel Camino Real. El bar- tender papaba moscas cuando le exigí con inocultable prisa y angustia que pusiera el ESPN. “¿Pos que a poco hay juego?” contestó el pobre sumido en las tinieblas de la ignorancia futbolera de quien no sabe apreciar un Manchester vs Real Madrid (Eso sí, que no se juegue un Chivas vs América o un México vs Martinica porque el hombre estaría preparado con antelación y el bar estaría lleno a tope) Noches antes, había soñado que Manchester marcaba en los primeros minutos. Ronaldo me bajó de mi nube. Pero Van Nistelrooij devolvió las esperanzas en un momento clave. Al final del primer tiempo la Armada Roja bombardeaba el muro blanco. El segundo inició con diez rojos diablos martirizando con sus tridentes la meta de Casillas, pero en algún lugar de sus mulatas cabezas rapadas la Ro-Ro sacó el destello de genialidad que requería la falange madrilista. Roberto Carlos fue cuchillo en mantequilla en una inexistente defensa roja. La blanca cabeza rapada de Barthez se quedó desierta de ideas que permitieran frenar la caricia de Ronaldo. 1-2. Ahí se acabó el partido. Sí, es cierto, los minutos siguientes fueron entretenidos, verticales como pocos. Una orgía de futbol de vaivenes ofensivos. Pero el partido más emocionante del año requiere la tensión y por ende la emoción de saber que algo está en juego hasta el último minuto. Con el segundo gol madrilista el Teatro manchestariano de Old Trafford se quedó sin sueños. Lo demás fue historia. Un autogol con sello de colmo absoluto en el orgullo de un dream team, el tercer balazo de Ronaldo y luego el par de Beckham, con dedicatoria a Florentino Pérez y a Valdano (miren la clase de tiros libres que podrían llevarse al Paseo de la Castellana por solo 60 millones de dólares). El Diario Marca lo calificó como el juego del año y escuché a algunos decir que del Siglo. Sí, no todos los días saborea uno semejantes manjares de verticalidad y acertividad goleadora. Pero en todo el segundo tiempo desapareció el factor tensión. Tal vez eso mismo liberó a los jugadores, pero el aficionado no estuvo sentado al filo de la butaca hasta el minuto 90, pues media hora antes los franquistas ya estaban cómodamente instalados en semifinales. Otra cosa ocurrió con Milán vs Ajax, pero esa es otra historia.
Al final, ganaron los esbirros de Franco. Los émulos de la España fascista e inquisitorial. La Armada Invencible hundió a la Pérfida Albión. Los niños pijos de la Castellana volverán el último miércoles de mayo a la cuna de la Revolución Industrial y Joy Division a enfrentar seguramente a la bestia rojinegra del Milán, a ese monstruo maquiavélico que hace 14 años fuera su peor pesadilla. Por ahora, no queda más que disfrutar la sobre mesa del manjar.
PD: Cambiando de continente: ojo, mucho ojo con el Santos de Brasil. Una sinfonía de buen futbol alegrando las cacofónicas patadas de la Libertadores. Ese equipo puede dar de que hablar. El 4-4 con Nacional también fue de antología.