Eterno Retorno

Thursday, April 24, 2003


Literatura doñil

Para completar lo discutido por Mayra Luna y por Lorena Mancilla sobre la bisexualidad de la literatura, me sumo a señalar que no me gusta clasificar o prejuiciarme por una obra tomando a priori el sexo de quien la hizo. Pero en muchos casos, sobre todo con las escritoras “consagradas”, es inevitable. Para ello retomo un comentario que creo ya haber hecho en este espacio sobre la existencia de un género denominado Literatura Doñil. No faltará quien me eche en cara una dosis de machismo en esta clasificación, pero el género doñil es perfectamente identificable. Su máxima sacerdotisa es Isabel Allende, escoltada por su paisana Marcela Serrano, por Laura Esquivel, Zoe Valdez, Ángeles Mastretta, y en un nivel aún más denigrante (es decir, un paso más abajo) Guadalupe Loaeza. Son peces en el agua chapotenado en las vitrinas de todos los Sanborns. De hecho las imagino comadreando una tarde en la Casa de los Azulejos. Sus temas, su ambientación y sus motivos e ideales literarios son odiosamente idénticos. Por ello admiro a las escritoras que rompen con todo vestigio de influencia doñil.
La antítesis más absoluta del concepto doñil, son los relatos de la Nana X. Es una de mis escritoras favoritas. En el taller de Ramírez Heredia conocí a una escritora llamada Cristina (no recuerdo su apellido) originaria de Obregón que escribió un cuento llamado Ad Livitum. Alternaba de forma más que inteligente expresiones en latín en medio del texto. Una gran pluma que no he vuelto a leer. Me gustaba Lucía Etxebarría como un desafío a lo doñil, pero estas dos escritoras la superan.