Eterno Retorno

Wednesday, May 07, 2003


Olvidé donde había dejado este inicio de cuento que desde hace un buen rato tengo en mente- Mejor lo dejo en el blog para que ya no se me pierda-

- La Princesa Rusa

Mi princesa rusa. Sólo hasta ahora nos venimos a dar cuenta que un retortijón de hambre es capaz de aventar al lodo cualquier juramento de amor. De verdad que me avergüenza el solo hecho estar considerando esta alternativa, pero ahora sí ya no tengo para donde hacerme. Entregarte en manos de esos sardos que parecen piojosos recién pelados es la única esperanza que me queda para tragar algo. Ya no te digo para asegurar el trague de un mes, sino para tragar ahorita, en este preciso momento. Ya después veremos.
Mi princesita, tan codiciada por todos. Contigo a mi costado siempre fui la envidia de cuanta tropa me tocó integrar. Ya estaba muy acostumbrado a que hasta los comandantes y chacas me miraran celosos. “¿Y de donde sacaste esa preciosura?”, me preguntaban y yo serio, altivo, permitiéndome mirarlos con desprecio. “Pos ahí cuando quieran una probadita cabrones”, y no es por nada, pero contigo a mi lado cualquiera me tenía miedo. Por si las dudas yo nunca me separaba de ti. Me dormía contigo bien amarrada a mi cintura y ni para ir a cagar te dejaba sola.
Pero que perra es la pinche vida. Que chingaderas tan humillantes llega uno a cometer con tal de satisfacer la necesidad más básica. Después de cuidarte tanto, de quererte más que a cualquier ser u objeto en el mundo aquí estoy, pensando en de-jarte en manos de unos jodidos que a punta de fuetazos no han aprendido a disparar una pinche carabina 22.
Y no quiero que suene a reclamo, pero tu bien sabes que también tienes mucha culpa de esto. Si no estuviera cojo, tu y yo juntos saldríamos de este atolladero como lo hicimos tantas veces. Nada más fácil mi princesita que ir a esa tienducha de abarrotes que está enfrente y servirnos con la cuchara grande. Ni cartuchos nos harían falta. Cosa de que te vieran conmigo y ahora sí jijos de puta madre, cáiganse con la lana y el trague que tengo hambre. Hasta unas botellas de tequila caro sincharíamos. Pero así cojo, ¿A donde chingados me voy a poder largar después del atraco? Nos apañarían mi princesa, lo sabes muy bien. Lo viejo no es problema. Tu viste que con más de 50 añitos me la seguían pelando, pero con la cojera si tendría yo que hacer magia. ¿Te imaginas que chistoso me vería asaltando en muletas o dándole piso a un cristiano mientras brinco en una pata? Ni modo mi rusita. Tú también tienes tu parte de responsabilidad. Tú me lo hiciste y no es que te lo reclame, yo te quiero con el alma aunque me hayas mochado una pata, pero la realidad es esta: Tengo mucha hambre y en el mundo no tengo nada más que a ti. ¿Dime que puedo hacer?
Vieras como me gusta recordar cuando nos conocimos. Ya más de 20 años pasaron y como si nada mi princesita. Se fueron como agua todos los pinches días, repartiendo plomo, juntando billetes y atascándome pericazos.
¿Te acuerdas? Fue allá por el 79, en la sierra de Michoacán, cuando yo jalaba todavía para la Federal de Seguri-dad...continuará-