Eterno Retorno

Wednesday, May 14, 2003


El viernes encontré en el Día de la Calle Sexta Lejos del Noise. Llegué a la caja
dispuesto a pagarlo, pero la tarjeta no pasó. Tengo la ligera sospecha de
que la empleada, algo anciana, no supo como operar la maquinita y le echó la
culpa a mi tarjeta. Siempre sucede así con las personas mayores. Las
tarjetas les resultan como fantasmas del inframundo. Ni modo, me quedé sin
el libro de Rafa. Hay cierta aleatoriedad en la forma en que uno adquiere
ciertos libros.
Minutos más tarde, en el Sanborns de la Ocho encontré Diablo Guardián, la
reciente ganadora del Premio Alfaguara escrita por Xavier Velazco. Ahí sí
pasó la tarjeta y por si fuera poco había oferta del 30% por el Mother
fucker day. Tan diabólico andaba que también compré Con el diablo en el
cuerpo, de Esther Cohén, un ensayo que reflexiona sobre el debate entre
brujería y filosofía durante el Renacimiento.
Desconfío sistemáticamente del Premio Alfaguara, pero este chilanguito,
olímpicamente desconocido en los alfaguarianos círculos, parece haber hecho
algo digno de leerse. Habrá que ver. Recuerdo que mi amigo Rudy tenía un
libro sobre la historia de los Caifanes que sospecho fue escrito por
Velazco. El mundo es pequeño.

Miércoles de oscuridad, miércoles de extrañeza, atiborrado de sombras y
silencio. La mañana decidió ser gris. El tiempo es una vasta estepa de
ilusiones muertas. Yo mientras tanto me dedico a ver la tempestad sin
siquiera pensar en hincarme.Que fantasmas rondan por la casa cuando nosotros
no estámos? Quien escucha los secretos de su silencio? Hoy que hemos dejado
atrás el futuro es irremediablemente pensar, como Marguerite Duras, que muy
pronto en nuestras vidas fue demasiado tarde.



Hace unos minutos he leído Rashomon de Ryunosuke Akutagawa. Pensé
inevitablemente en Bellatín. Reflexioné sobre el cuento. El sirviente oculto
entre las ruinas de Rashomon oscila en cuestión de segundos entre la certeza
de morir de hambre o transformarse en ladrón. Así es mi siempre insurrecta
mente. Le gusta patinar en cuestión de segundos en los dos extremos de una
cuerda. Finalmente, al igual que sucede en Rashomon, opto por volverme
ladrón.

Minutos antes de Rashomon, releí el Milagro secreto de Borges. Un prisionero
será fusilado en Praga el 29 de marzo de 1939. En el instante preciso de su
ejecución, el segundo entre la orden de fuego y la descarga de los fusiles
se congela un año por intervención de un dios. Una gota de lluvia se congela
en su mejilla y una obra se hace y se deshace infinitas veces durante la
congelación de ese instante.

Hay antologadores hasta de lo impensable. Pues bien, yo me sumo a la fiebre de las antologías con una nueva propuesta que subirá a Eterno Retorno en breve.
Voy a hacer una antología de los mejores pasajes de sodomía en la
literatura. Me pongo a pensar que hay si no muchísimas, por lo menos sí
suficientes novelas que ofrecen algún memorable párrafo de sexo anal y
conste que no me refiero únicamente a Sade o a Bataille. Así pues, prometo
dedicarme a esta tarea ¿Quien posee la maestría para llevar a las letras la
delicia y el dolor de una enculada?

Aquí va la primera selección de mi antología- He elegido al cubano Pedro Juan Gutiérrez, el Bukowski del Caribe-

“Oh, no resistí la tentación y, después de un rato jugando con ella, ya había tenido tres orgasmos, se la metí por el culo. Muy despacio, bien mojada con los líquidos de su vagina. Poco a poco. Metiendo y sacando y masturbándole el clítoris con mi mano. Ella rabiaba de dolor, pero me pedía más y más. Mordía la almohada, pero retrocedía el culo y me pedía que se la metiera hasta el tronco. Es fabulosa esa mujer. Ninguna disfruta más que ella. Así estuvimos unidos mucho rato. Cuando se la saqué estaba embarrada de mierda y ella se asqueó. Yo no. Tenía el cínico alerta, nunca dormía. Es que el sexo no es para gente escrupulosa. El sexo es un intercambio de líquidos, de fluidos, de saliva, aliento y olores fuertes, orina semen, mierda, sudor, microbios, bacterias. O no es. Si es solo ternura y espiritualidad etérea entonces queda en una parodia estéril de lo que pudo ser”-

Pedro Juan Gutiérrez, Trilogía sucia de La Habana
Editorial Anagrama


“El rey estaba desnudo. Muchos lo decían y otros, amparándose en los resultados, se empeñaban en tapar el sol con un de-do”. No, no es el inicio de un cuento. Es la primera frase de una crónica de un partido de futbol. ¿Cuando diablos aprendere-mos por estos rumbos que la crónica deportiva puede ser equivalente a la mejor poesía épica? Nuestros redactores en las sec-ciones deportivas aman el teatro de las redundancias. Mis respetos a los cronistas del Diario Marca. Mis respetos, por cierto, a la Vieja Señora del Calcio a quien dedican la crónica luego de dejar fuera al píe de Los Alpes a los pijos franquistas de La Castellana.