Sobre mi nulo apetito cinéfilo
Yo puedo prescindir del cine. Ojo, no es que lo aborrezca. Simplemente sucede que si en el tiempo que me quede de vida, sean dos horas o 50 años yo no vuelvo a ver una película, simple y sencillamente no hay problema. Puedo vivir perfectamente sin el cine y la televisión.
Si me quitan la literatura, el futbol o el rock por más de una semana, me daría un síndrome de abstinencia peor que el de un tecato enmalillado. Si me quitan el cine no hay pedo.
Algunas películas me han gustado, las disfruto, me hacen reír, pero ninguna ha cambiado mi vida ni se ha transformado en emblema como sí sucede con algunas obras literarias. Algunos literatos están enganchados al cine. Pienso en Cabrera Infante por mencionar solo a uno. Hay quien se clava en exceso en las movies y las ve varias veces sin cansarse.
Generalmente voy al cine o rento películas porque el mirar proyecciones es una forma de compartir la vida con los demás mientras que leer, mi actividad favorita, suele ser un poco excluyente. Tampoco me gusta pasarme de estepario. Por supuesto, no se nada de actores, directores o géneros ni me interesa gran cosa saberlo.
Voluntariamente, solo enciendo la tele para ver futbol o resúmenes de futbol. Algunas veces videos de rock, pero no demasiado. Nada de programas, series, shows, caricaturas y de más cagada.
En fin, el cine marcó la cultura del siglo en el que nací y sin embargo a mi, me es absolutamente indiferente. ¿Estoy desfasado con mi época?