Eterno Retorno

Tuesday, March 04, 2003



Mis metamorfeantes convicciones


Una frase publicada en el blog de Mr Phuy me dejó pensando. Fuera de los Tigres, todas, absolutamente todas mis convic-ciones han mutado o simplemente se han deshecho.
Luego de hacer yo una defensa apasionada y visceral de mi inmutable afición Tigre, Mr Phuy responde textualmente: “Respeto a quien dice "Nunca he cambiado" y tiene la claridad para aceptarlo, pero me da lástima quien dice "Nunca cambia-ré. El confort y la nostalgia, dos palabras para cuidarse como decir sarna y sida. Hay mucho de confort (no de lealtad) en las aficiones que se juran a muerte”.
Después pensé en mi sistema de lealtades y me di cuenta que fuera de mi afición por los Tigres y mi fidelidad matrimonial tras 4 años de casado, he traicionado demasiadas cosas. A igual que Sabrina, personaje de la Insoportable levedad del ser, a veces encuentro un ácido y delicioso saborcillo en la traición. Aquí va una breve historia de mis traiciones.

Mis endebles convicciones políticas

Cosas de la vida. En el terreno político es en el que más aplico esa frase de Groucho Marx: “Estas son mis convicciones ¿no le gustan? Pues no se preocupe, aquí tengo otras”. Aunque en teoría soy un periodista con más de 7 años de experiencia en cobertura política y dicen que hasta me pagan por hacer una columna sobre el tema, la triste realidad es que mis propias convicciones políticas son un monumento a una esquizofrénica inconsistencia
En 1985, durante la campaña electoral de Fernando Canales en Nuevo León fui un panista rabioso y convencido. Tenía 11 años de edad y ser panista se me hacía lo más cool del mundo (habiendo nacido en un hogar burgués y regiomontano la in-fluencia era grande). Hasta acompañe como voluntario a Alejandro Páez en su campaña por la Alcaldía de San Pedro. No es-taba mal para empezar una carrera política. Empecé más temprano que muchos que ahora son funcionarios. Siendo constante, chance y a los 21 me colaba como regidor en algún Municipio. Pero no.
A los 14 años abrí los ojos y me di cuenta de la basura fascista a la que hasta entonces había apoyado. Tuve un breve pe-riodo de marxismo leninismo declarado que mis padres trataron de combatir a toda costa y después de algunas lecturas bási-cas (por supuesto me flete el Manifiesto pero nunca El Capital) mi mayor involucramiento en movimientos radicales me hizo empezar a adentrarme en Bakunin, Guerin y Malatesta.
Pero a mis 18 años, siendo alumno de la Facultad de Ciencias Políticas de la UANL, tuve el deseo de cambiar al mundo militando activamente en el FJR del PRI. Como siempre se me ha dado cierto don natural para los debates y los concursos de oratoria, allá andaba yo en foros, discusiones y certámenes defendiendo al tricolor. Mi militancia activa duró menos de un año, pero aún así tengo buenos amigos en el PRI de Nuevo León.
En 1994 celebré con beneplácito el nacimiento del EZLN e incluso acudí a algunos mítines de apoyo. Hasta presenté en 1995 en un foro una ponencia sobre la creación de zonas autonómicas. Hoy pienso que hay que salvar a los indígenas de los indigenistas y el moderno zapatismo se me hace, en el mejor de los casos, una reminiscencia que solo alguien muy iluso y romántico se puede tomar en serio. Voté por primera vez en 1994. Mi voto fue para el PRD.
He votado tres veces en mi vida y siempre ese partido en el que jamás he militado y cuyos integrantes me parecen, en la mayoría de los casos, un atajo de zánganos.
Hasta el día en que escribo esto (tal vez en la próxima hora cambie de parecer) solo tengo claro que siempre votaré contra el PAN y que en las próximas elecciones, si tuviera credencial, tal vez le daría mi voto al PRI con tal de meter más duro el freno al cambio y lograr que en 2006 Fox sea echado a patadas de Los Pinos. Siento especial respeto por los anarquistas y anarcoterroristas españoles de principios de siglo (de los pocos seres totalmente limpios que ha arrojado la política) aunque mis textos políticos favoritos son los de la Ilustración (hablando de Historia Universal) y la Reforma (hablando de México). Como quien dice, son mis ideas rectoras. Pero me gusta más la antigüedad que el presente. Yo sentía especial respeto por Anthony Gidens, el politólogo de cabecera de Tony Balir y miren las babosadas que hace hoy en día ese lacayo de Bush.

Mi doble vida futbolera

Para mi el futbol se divide en Tigres y el resto. Con Tigres soy un simple aficionado irracional que es capaz de torturarse con juegos pésimos o simplemente soporíferos y aún así seguir apoyando incondicionalmente a su equipo. Me aficiona quien me convence, dice Phuy. Tigres no me ha convencido en miles de juegos, pero esto va más allá de una afición. En mi fase Ti-gre, no me precio de ser un conocedor, sino un vil hooligan barrabravero que se parte el alma por su equipo.
Con el resto de los equipos del planeta (con excepción de Rayados al que odio con fervor), me precio de ver el futbol con mentalidad de director técnico ajeno a toda pasión.
Por ello disfruto más viendo el futbol de otras latitudes que el de mi país. En promedio, veo más partidos de la las ligas de España, Inglaterra, la Champions y la Libertadores que de México. De ahí el único imperdonable es el de Tigres.
Se que es absurdo empeñar buena parte de la energía y las endorfinas en una camiseta que hace 21 años no gana una liga en Primera División, pero igualmente absurdo es matarse por una religión o por un partido político. La vida en sí, es absurda y el absurdo no tiene categorías.

Mis equipos más admirados

Dentro del resto no Tigre he tenido varios equipos favoritos a los que he admirado única y exclusivamente por su calidad futbolística. Estos son los principales

El Real de la Quinta-
Ame al Real Madrid de la quinta del Buitre. Seguía todos sus encuentros (en ese entonces los pasaba todos Televisa) de 1986 al 90 no me perdí uno. Nunca se me hizo verlos ganar una Copa de Europa. Recuerdo el 21 de abril de 1989, cuando el Milán me amargó mi cumpleaños número 15 con su 5-0 en San Ciro. Para que vean lo endebles que son mis convicciones hoy en día el Real me cae mal y ni siquiera se me hace la octava maravilla. Tiene momentos de inspiración, pero no lo veo como campeón de Europa.

El Milán de los tulipanes.

Era el enemigo a vencer pero confieso que lo admiraba. Aquel Milán de Gullit, Van Vasten, Donadoni, Baresi era una má-quina cuasi perfecta. La bestia negra de Europa a la que era casi imposible hacerle un tiro a gol.

El Ajax del Principito

El Ajax de 1995 fue tan fenomenal como el Ajax de Cruyff. El Principito Litmanen, George, Bogart, los gemelos De Boer y Kluivert jovencísimo.¿Recuerdan ese 0- 3 en pleno Santiago Bernabeu? Kluivert, siendo un mocoso, le enterró el gol a Mi-lán en la gran final de la Champions. Berlusconi se lo llevó y después se volvió un jugador medio torpe. Casi la totalidad de ese equipo acabó vestido de azulgrana.

La Armada Roja de Fergusson

Bueno, el Manchester con Ferggie lleva casi 15 años. Pero al que más admiré fue al de 1999, al que se coronó contra Ba-yern Munich con una voltereta de menos de un minuto en tiempo de compensación (Sherinham y Skolsjaer batieron a Khan)
Lo siento Real Madrid, pero creo que la Armada Roja volverá a levantar en mayo la Copa de las Orejas Grandes y por si fuera poco, lo hará ante su público, en el Teatro de los Sueños

El Boca Juniors de Riquelme

El cuadro Xeneize que venció a Palmeiras y un año después a Cruz Azul para consagrarse bi campeón de América es uno de los cuadros más completos que ha arrojado la liga de Argentina en los años recientes. Riquelme, los mellizos Barros, Sa-muel, Córdoba (a Palermo lo excluyo) hicieron delicias. Se que en 1993 y 1994 el Sao Paulo de Tele Santana y Raí fue una maquiladora de goles, pero fuera de las finales de la Intercontinental no los seguí demasiado, pues en esa época no transmití-an Libertadores.

Recientemente vi dos juegos de Santos de Brasil (contra Cali y 12 de Octubre) y solo puedo decir “ojo con ellos”. Se está gestando un gigante. Ese equipo es una fantasía.

Ya hablaré de equipos mexicanos y selecciones en otra ocasión.


Los orígenes de mi ateísmo

Nací en un hogar Católico y en la infancia cumplí con todos los sacramentos. Tengo insoportables tías del Opus Dei y mis padres son católicos practicantes, aunque no radicales. Mi abuelo es un filósofo seguidor de San Agustín y Santo Tomás y de él heredé la pasión por los libros desde temprana edad. De los libros, principalmente, nacieron mis dudas sobre la existencia de Dios. Desde los 16 años soy totalmente ateo. Nada de que creo en Dios pero no en la iglesia. No. Yo no creo en una puta madre. Considero a las religiones monoteístas, principalmente la maldita trilogía judeocristiana- musulmana como la mayor peste que ha padecido la humanidad. Pero mis convicciones pueden mutar, pero mientras no suceda lo contrario, que se me aparezca la Virgen del Comal o algún milagrito por el estilo, sostendré que ningún dios existe. No voy a discutir aquí de teología. Prefiero hablar de futbol.


Aborrezco las convicciones literarias.

En la literatura no tengo convicciones. Punto. Me gusta, me divierte, me aburre o la aborrezco, pero no la clasifico. Disfru-to lo mismo a Emilio Salgari que a Mario Bellatín y considero que Julio Verne vale tanto como un José Revueltas y me hip-notiza por igual un Rafael Ramírez Heredia que un Ricardo Piglia, y respeto tanto a Tolstoi como a Milán Kundera solo por hablar al azar. Odio a los teorréicos y a los maextrozos. Sufren demasiado haciendo clasificaciones, tanto, que se olvidan de leer y sobre todo, de disfrutar.

La música es mi mejor pasatiempo

De música ya he hablado mucho y no tengo convicciones. El metal es un planeta central en un universo donde giran mu-chos otros géneros. Chavela Vargas, el Piporro, el rock argentino, la música colombiana, el tango y Bach son bienvenidos por igual en mis bocinas.