El mundo de la literatura suele tributar al escritor, pero la realidad es que el verdadero viajero, el hedonista y el estoico, el que puede perder la razón y el rumbo es y ha sido siempre el lector. Esa persona diluida en una arquitectura de palabras capaz de sentir el fluir de un río subterráneo donde otros sólo ven letras amontonadas, es cada vez menos común en nuestras ciudades y su esencia misma es un desafío al espíritu de la época. ¿Cómo aferrarse a la trinchera del libro en un mundo que endiosa la utilidad y la inmediatez?
En un tiempo donde el lugar común es afirmar que la gente ya no lee y las librerías están en inminente peligro de extinción, un lector y un librero son especies atípicas, excentricidades absolutas en el imaginario colectivo.El lector como un salmón insurgente en franco desafío al Zeitgeist imperante en la época. Leer libros en la era de las redes sociales y Netflix puede ser casi un acto de heroísmo o aferrada resistencia. ¿Es posible seguir apostando por la lectura en un mundo atiborrado de distractores y omnipresentes e interminables opciones de entretenimiento y evasión que nos acompañan en ese nuevo Aleph portátil que son los teléfonos inteligentes? ¿?
Tuesday, March 01, 2016
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