Monólogo de Melmoth
“¿Has leído la historia de Melmoth El Errabundo? Mi nombre artístico está inspirado en esa novela que Charles Robert Maturin escribió en 1820. El canto del cisne de la antigua novela gótica. Lo peor de todo es que el nombre de Melmoth ha sido para mí como una puta maldición. ¿Sabes qué le pasa al Errabundo? Le ha vendido su alma del Diablo a cambio de inmortalidad, pero después de 200 años de vida lo único que desea es poderse morir de una vez por todas. El gran problema es que Melmoth no puede apagar la luz y decir adiós. Para poder morir necesita transferir su pacto-maldición. Yo voy a cumplir 66 años, pero siento como si a cuestas cargara los 200 de Melmoth; dos siglos que pesan como una cruz de hierro en mi espalda. Creo que los 65 años algo se puede hacer todavía. Mira a Mick Jagger y a Keith Richards con más de 70. Mira a Lemmy y a Iommi con todo y su cáncer, pero carajo, yo ya soy una ruina, un cadáver en horas extras. Un muerto con 40 años de horas extra. Debí tener los huevos para matarme como Manfred; tener una visión tan clara como la suya para saber o intuir que después de la Noche de San Juan del 74 todo sería camino de bajada, pura y vil decadencia. Ahora lo único que deseo es que esta puta gira de circo se acabe y que el cabrón ese de Cyprien cumpla con internarme en un hospital. Ese es mi jodido deseo, que ya me internen en un hospital y me seden. Eso deseo ahora mismo, cuando debería estarme cogiendo a la escocesa después de cada concierto. ¿Crees tú que no miro su culo? ¿Crees que mis dolores me quitan el hambre? No mi cineasta, ni todos los puercos dolores te matan el deseo, pero al final queda sólo eso, las ganas de revivir algo que recuerdas o supones era bueno, pero ya no puedes sentir. Ni siquiera se a cuántas tipas me cogí en el 74. A lo mejor no fueron muchas. Supongo que fue una gran primavera la del 74, porque no me acuerdo de nada. Tal vez nunca funcioné en la cama y todo fueron viajes de ácido. Después de Walpurgis ya estaba yo demasiado enganchado en la heroína como para ponerle mucha atención a las mujeres y ahora no me queda más ver ese culito blanco sobre el altar sabiendo que ya no puedo hacer nada con él aunque se me ofreciera. Este pájaro muerto que cuelga de aquí desea, tiene apetito, pero lo único seguro es que no se va a parar. Es terrible darte cuenta que puedes escupir una baba blancuzca sin haber siquiera empalmado. Ojalá nunca vivas algo así mi cineasta. Si quieres escuchar un buen consejo, sólo puedo sugerirte que te mueras a tiempo. Yo soy Melmoth y estoy condenado a vivir”, dijo mirando a la cámara.