Eterno Retorno

Wednesday, June 18, 2025

Ecos del 97

 


Los siguientes seis meses fueron de mil y un proyectos lunáticos y ni un centavo partido por la mitad, viendo a los Tigres recetar goleadas cada sábado,  acercándose cada vez más al sueño del retorno que se produjo el último domingo de mayo de 1997  batiendo 4-0 a los Correcaminos en Ciudad Victoria,  sellando así el regreso a la primera división mientras yo iniciaba mi vida laboral en serio por vez primera con un trabajo de 14 a 16 horas diarias en las entrañas de un monstruo periodístico donde debuté como reportero de infantería. Noches blancas y litros de café negro inundaron ese verano de pininos reporteriles. La vida, pensaba yo, jugaba en plan rudo. Tigres retornó con más pena que gloria a la primera división, pero al menos se acordó de ganar clásicos. En otoño de 1997 Miloc, el hombre que nunca perdió un clásico, retornó al equipo. Todos pensaban que regresaba solo para perder su racha invicta en el derbi regio, pero el viejo charrúa traía un as bajo su guayabera. Lo peor es que al Monterrey lo entrenaba Tomás Boy, lo cual me resultaba el non plus ultra de la traición abyecta. Miloc contra Boy.  Ese día debutó con rayados un portero que años después sería condenado a cadena perpetua acusado de secuestro y tuvo una tarde pésima. Emil Kostadinov, el goleador búlgaro, hizo ese día sus dos únicos tantos en el futbol mexicano y Tigres volvió a ganar un clásico después de seis años.    

Yo empecé a practicar periodismo de inmersión disfrazado de taxista pirata y parroquiano de bar clandestino. Nunca fui capaz de aprender a hacerme el nudo de la obligatoria corbata que aquellos años me asfixió como una horca. Sin derecho a cubrir las fuentes que garantizaban portada, me dediqué a cazar notas en la desolación campirana del sur neolonés donde leí Rayuela entre incendios serranos. La Maga y Oliveira siempre tendrán consigo el aroma a pino chamuscado de aquellos días.