mutarán en prematura tiniebla y los derrumbes, ensayos y redes duermeveleras retornan por un día ...
Junio y sus cielos nublados, su mar plomizo y la hierba, ahora seca, que no acierta a moverse metafóricamente. En el 30 aniversario de Left Hand Path me sentí en un templo satanista old school con una suerte de Baronesa Blavatsky y yo en plan de “si este ha sido siempre mi camino cainita de la mano izquierda..." aunque en lugar de un Baphomet había tatuajes o bordados del Atlante. En la pizzería evoqué enciclopedias de animales: bueyes almizcleros de la tundra, carreteras empapadas coronadas por rayos, intensidades que no retornarán. La tundra: un reno en ruta por un suelo poblado de líquenes y charcos helados. El mar de los búfalos le llamaba yo. Mar helado y oscuro de los búfalos.
***************
Puentes peatonales sobre la vía rápida infestados de canallada infame y burdísima leperada. Puentes sobre el Río Tijuana, gentuza yaciente en los recovecos. El más reciente pez de la red duermevelera escapó en el último minuto y volvió al surrealista océano que todo lo devora.
******************
******
Intercontinentalidad bajo
palabra ¿Así que China era eso? Planear viajes transoceánicos colgado de un
confortable precipicio, sujeto de una raíz o una rama (similar al barranco de
lodo que escalé anoche cuando descendía en reporteril correría por la colonia
Juárez y me preguntaba de qué profunda manga me sacaría mis cuatro notas del
día, pero eso fue ayer y no mañana). Lo de hace unos minutos, ya quedamos, fue
China, la China post Covid a donde por iniciativa mía arrastré a un politiquete
cualquiera. No recuerdo quién era mi compañero en el bufet del hotel donde nos
serviríamos el arroz con mil madres y el chop suey de una mesa circular y solo
entonces reparaba en la ausencia de cubrebocas y en que ahí, justamente ahí
comenzó la catástrofe e imaginé alimentos infectos mientras veía una escuálida
pierna con polio, pero mis temores se diluían cuando encontraba al viejo del
servicio exterior, algún don becado eterno, alto canoso y muy amable que me
abrazaba efusivamente feliz de verme por China y yo pensaba entonces en las
grandes becas diplomáticas y en la vida en los consulados sin reparar en qué
momento acabé recorriendo unos patios fiscales en Barcelona con sugerida vista
al Mediterráneo, una suerte de aduana portuaria y como un flashazo irrumpió la
conciencia de que en esa tierra catalana habita mi hermano y que lo deseable
sería ir a verlo y a lo mejor permanecer ahí, quedarme un rato a disfrutar esa
intercontinental liberación y darle duro a la hilacha mientras los retardados
amaneceres de noviembre nos recuerdan que la próxima semana mutarán en tiniebla
prematura y los derrumbes, ensayos y redes duermeveleras retornan por un día al
páramo digital después de arrastrar su catástrofe de caligrafía por libretas
bogotanas y cartográficos cuadernos.