Última tarde en Tokio
Última tarde en Tokio antes de emprender el retorno, eterno retorno. Al final del camino, de eso se trata y se ha tratado la existencia. Si tuviera que definir el sentido de la vida en dos verbos, todo queda en viajar y leer, leer y viajar. Son las dos cosas que más disfruto haciendo. La vida es muy corta y el mundo muy grande y si hay algo que me hace sentir hambre de futuro, es que siempre habrá una nueva ciudad por caminar y un nuevo libro por leer. Trenes, aeropuertos, taxis, metros, caminatas, cuartos de hotel, desempacar, empacar, cargar, andar, preguntar, descubrir. Perderse en metrópolis futuristas y aldeas de montaña. Osaka, Koyazan, Kioto, Arashiyama, Aomori, Hirosaki, Hakodate, Kanazawa, Takayama, Kamakura, Tokio, Los Angeles, San Diego, Tijuana. Vaya primavera. Claro, la súper master en descifrar el crucigrama oriental es Carol. Yo sigo pasmarote y maravillado ante su capacidad de organización y logística viajera en un lugar que no te la pone sencilla y que funciona con engranajes y procesos muy particulares. Si algún día quieres viajar al Sol naciente, pídele consejo y asesoría a mi esposa.