Eterno Retorno

Friday, May 09, 2025

Así más o menos son tus avistamientos narrativos

 


El mundo no necesita más libros (ni buenos ni malos ni regulares) y esos párrafos que bailotean en tu cabeza no quieren ser escritos. Claro, podrías argumentar que las palabras son unas alcahuetas, unas calientabraguetas capaces de hacerte intuir un venidón apoteótico y que tú, pobre iluso, siempre acabas creyendo en los paraísos prometidos.  La promesa de una nueva criatura literaria irrumpe como el destello de una débil lucecita en medio de un cielo color chapopote. Te ha dado por equiparar esos brotes con la repentina aparición de colas o aletas de cetáceos cuando contemplas el Pacífico. Cuando te sientas a mirar el mar con ojos pacientes y analíticos, casi siempre acabas por distinguir algún delfín en la lejanía. Cierto, estos avistamientos distan de ser muy claros y a menudo  apenas distingues  el bamboleo circular de su torso, aunque algunas veces, muy pocas, los has visto emerger de cuerpo completo en un acrobático salto que envidiaría el Sea World.  Así más o menos son tus avistamientos narrativos. Irrumpen de la nada en medio de una caminata y de ti depende capturar la idea antes de sentir cómo irremediablemente se diluye de la misma forma que la aleta del delfín desaparece para ya no verla más.