FUCK THE ZEITGEIST AGAIN
Enero es el único mes que transcurre lento y este en
particular transcurrió a paso de caracol. En la vida adulta el tiempo suele
volar, pero por alguna razón los primeros 31 días del año tienen piernas de
chicle. A partir de febrero todo será una carrera loca y desquiciada hacia el
navideño epílogo (lo cual tampoco me hace feliz). Prefiero contar de lunes a diciembre,
como en el calendario poético de mi amigo Ortega.
La verdad colegas habría sido bello no encender pantalla
alguna durante estas semanas. Hay temporadas
en que al espíritu de la época le da por vomitar mientras baila y esa es la
esencia de este tiempo hostil: una ráfaga inclemente e incesante de mierda e
inmundicia.
En ese sentido, la máxima encarnación de la pestilencia son
las omnipresentes jetas de Trump y Musk como amos del mundo
En esos rostros repugnantes se manifiesta hasta al
barroquismo el más mórbido Zeitgeist del que me ha tocado ser testigo en medio
siglo de vida. Lo peor es que esas basuras humanas tienen la posibilidad de
aplastarte a placer porque millones de personas así lo han querido y les han
otorgado el poder. La época actual suele coronar esas personalidades y festejar
esas actitudes. Los Millei, los Bukele. Y si a eso le sumas el ruido nocivo de
porquerías como Fofo Márquez o debates ridículos como Emilia Pérez, es cuando
reparas hasta qué nivel estamos hundidos en la cañería.
Este tiempo encarna la derrota total de la Ilustración y su
herencia. Es la derrota del espíritu de las leyes y la luz de las ideas en
nombre de la omnipotencia narcisista. Es la derrota de la razón y el laicismo
en nombre de un sectarismo oligofrénico. Horas bajas para quienes nos
proclamamos liberales. No son buenos tiempos para quienes somos hijos del Siglo
de las Luces