Navidad pagana
“Ponte en pie alza el puño y ven, a la
fiesta pagana en la hoguera hay de beber” canta Mago de Oz en una rolita
que después de todo, podría aplicarse a esta fascinante fiesta pagana llamada
Navidad. Así es mis amiguitos monoteístas: vivimos en un mundo de paganos
disfrazados de monoteístas. A menudo me preguntan si no es una gran contradicción
que yo celebre Navidad dado que no creo en ningún dios. El detalle, colegas míos,
es que esta fiesta decembrina es bastante más antigua que sus dioses monoteístas.
Los símbolos del politeísmo viven en la
inmensa mayoría de nuestras celebraciones que suponemos cristianas y que en
realidad son adaptaciones de ancestrales ritos. Como fiesta la Navidad es
mucho más antigua que el cristianismo, aunque su adaptación como cumpleaños
del tal Jesús se haya dado en realidad
más de tres siglos después de su supuesto nacimiento. Como todas las
fiestas paganas, la Navidad tiene que ver con los elementos y la
naturaleza y no con entes moralizantes e inexistentes. Lo que los romanos
celebraban la tercera y cuarta semana de diciembre, era la Fiesta del Sol
Invicto, la resurrección del Sol, el nacimiento
del Sol nuevo o el triunfo del día sobre la noche. A partir del 21 de
diciembre, con el arribo del Solsticio, el día poco a poco empieza a ser más
largo. El Sol Invicto era una de las principales celebraciones romanas.
Le llamaban Natalis Invicti Solis y se prolongaba por varios días.
Constantino, el primer emperador romano que se convirtió al
cristianismo, fue un devoto del Sol invicto y para él no hubo nada
extraño en adaptar la celebración del nacimiento de Jesucristo en las
fechas en que los romanos tributaban al dios del Sol. Los romanos no
fueron los únicos en festejar el Solsticio. De hecho la celebración
romana se amamanta, como casi toda su mitología, de la celebración
griega, si bien el festejo persa de Mitra es aún más antiguo. En el
norte europeo, los escandinavos celebraban el 26 de diciembre el
nacimiento de Frey, dios del Sol que triunfaba sobre la noche y era
representado por Yggdrasil, el gran Árbol del Universo. Era costumbre en
aquellas tierras adornar pinos y abetos en invierno para tributar a
Yggdrasil y la costumbre perdura hasta nuestros días pues ese arbolito
hermoso que hay en tu hogar, improbable lector de este texto, es la
huella del gran Árbol del Universo. También los incas y los aztecas
tuvieron celebraciones solares en diciembre. Por cierto, ningún evangelio
hace referencia siquiera aproximada o sugerida sobre la probable
fecha en que nació el tal Jesucristo
Es posible que las primeras navidades
cristianas se hayan celebrado en Constantinopla alrededor del año 380, si bien
hay quien la remonta al año 350. Durante la Edad Media la Navidad se
celebraba ya en todo el mundo cristiano y era asociada a la paz y
la concordia entre los humanidad, pues aún en tiempo de guerra se
declaraban treguas navideñas. De hecho, unos de los elementos en el
proceso inquisitorial contra Juana de Arco fue el haber presentado
batalla a los ingleses en la noche navideña. La Navidad ha atravesado
tiempos turbulentos y ha llegado a ser una fiesta clandestina. Las
iglesias luteranas radicales la consideraban una fiesta papista y los
puritanos de “lord protector” Oliver Cromwell prohibieron su celebración
en Inglaterra, si bien fue restaurada con el retorno de la monarquía. Sí,
ustedes pinches protestantitos moscos muertos eran anti navideños y no quieran
ahora esconder la mano, que ustedes son mucho peores que los católicos.
De hecho los colonos ingleses que
llegaron a las costas de Norteamérica en el Siglo XVII no la
festejaban por considerarlo un ritual de la iglesia romana y en las
primeras décadas de Estados Unidos como nación, el festejo de la Navidad
estaba abolido. Paradójicamente fue una obra literaria, Un cuento
de Navidad del celebérrimo Charles Dickens, lo que volvió a poner “de moda” la
celebración de la Navidad entre los ingleses y norteamericanos a
mediados del Siglo XIX. En México la Navidad llegó con la conquista
espiritual y al mezclarse con los elementos prehispánicos, arrojó una
rica y diversa celebración con multiplicidad de elementos que dio nueva
vida a la fiesta. A diferencia de Estados Unidos e Inglaterra, en México la
Navidad nunca fue prohibida ni estuvo en desuso. La Navidad es una fiesta
riquísima llena de ancestrales elementos paganos que más allá del
nacimiento de un supuesto dios, celebra el triunfo de la luz y la unidad
entre los seres humanos. Aunque yo no creo en ningún dios, celebro
con gusto estas fechas y mucho más ahora que soy padre de familia. Para
mí la Navidad es la sonrisa de mi hijo Iker frente al arbolito iluminado
y creo que son las sonrisas de millones de pequeñitos alrededor del
planeta entero lo que de verdad ilumina a la humanidad y hace que esta
vida valga la pena ser vivida y esta fiesta sea festejada. Ese es el
verdadero triunfo de la luz sobre la oscuridad. La paz sea con ustedes colegas.