Eterno Retorno

Thursday, November 02, 2023

Sobrevive su olor, su lengua que te raspa un poco...

 


¿En qué momento se da el paso fundamental de apartarse de la muchedumbre e irse caminando por la playa? No lo sabes. La acompañas hasta los búngalos donde se hospeda, pero ella te pide que te quedes un poco más. Se acuesta en una hamaca y tú la meces. Te pide que le cuentes un cuento y tú para eso te pintas solo. Empiezas a alucinar e improvisar una historia donde ella y tú son vampiros que deberán refugiarse antes de amanecer. Cuando de inventar fantasías se trata te pintas solo. Hablas y hablas sin dejar de mecer la hamaca y la hueles, sobre todo la hueles. Muchos años después lo único que sobrevivirá en tus recuerdos será el olor. ¿A qué huele? Es un sudor dulzón, rico, casi embriagante.  Ese olorcito te va envolviendo en la inconfundible atmósfera mágica que antecede al gran paso. ¿Cuál es el gran paso cuando sus caras están a centímetros? Consumar el gran símbolo del amor, el que rompe una frontera y los coloca en otra dimensión. Cuando acercas tus labios a los suyos sabes que siempre hay un riesgo de que el hechizo se rompa, de que todo se caiga por la borda, pero en el momento en que sus labios se tocan sabes que has saltado a otra dimensión y de pronto ya estás ahí, en medio de ese pequeño e improbable paraíso. Sobrevive su olor, su lengua que te raspa un poco y tu mano siempre inquieta que busca tocar y bajar por su pecho, pero ella te aparta con decisión. Nada de explorar bajo la blusa y desabrochar sostén. Su gesto es decidido, contundente y por ello terriblemente cachondo. Ella pone las reglas en este juego y no insistes. Te ha retirado la mano de su pecho, pero no deja de besarte. El beso será la última frontera y a él te entregas, ella en la hamaca, tú de píe. Un beso bien dado puede ser una droga potente, más potente que el vino y la mariguana. ¿Hay algo extraordinario en ello? Dos adolescentes se han encontrado en una playa portuguesa y se besan al amanecer. El mundo vuelve a girar y la tímida luz de abril se desparrama sobre el Atlántico. ¿Cómo se ve la escena desde un plano neutral? Está amaneciendo y ella descansa sobre una hamaca. Tú estás de pie, la meces y te inclinas para besarla y el beso te sabe a gloria, elíxir de cielo para tu cuerpo, tan infestado de vino y malquerencia. Se comparten direcciones y teléfono al viejo estilo, escribiendo con pluma azul en una servilleta. Ni tú entiendes su español ni ella parece entender tu italiano, pero ni falta que hace.

Con el nuevo sol se despiden. Un último beso que acaso anticipa la nostalgia que sentirás,  sin acertar a intuir  si ella te olvidará al caer la tarde o dedicará algunos instantes a tu recuerdo. Ella entra a dormir y tú te vas a tomar tu tren a Lisboa donde Radel duerme la mona en el hotel. Por la tarde, con un resacón  de aquellos, vuelan a Milán y de ahí toman tren rumbo a Bérgamo. En cierta forma, el resto de tu vida ha comenzado ese día.