Hollywood Babylon
You should've never trusted Hollywood,
manda decir System of a Down y no les falta razón. Esta Babel – Babilonia espeta con desparpajo y singular alegría su
decadencia. Una de mis tercas manías de viajero es caminar las ciudades al
amanecer. Es en la primera luz cuando puedes apreciar un rostro irrepetible y a
menudo oculto de las ciudades. El alba revela su cara de recién levantada y su
a menudo crudísima realidad y créanme que la cara de Hollywood a las seis de la
mañana es mórbida y desapacible. El paseo de las estrellas es como un campo de
batalla en donde yacen los caídos del fentanilo, la horda del sueño opioide
desparramada en la banqueta. Acaso todo se resuma en la imagen de un mojón de
caca humana sobre una estrella. Elegancia gastada. Esta vieja actriz se carga a
cuestas más cien añitos no tan bien vividos. La impresión es que su tiempo pasó,
que esa ficción llamada futuro no habita por estos, pero la educación sentimental
del Siglo XX occidental no sería concebible sin dramas y comedias paridas al pie
de estas laderas.
La última vez que
estuve por estos rumbos fue en verano de 2008, cuando el Governator Arnold fue
anfitrión de la cumbre de gobernadores fronterizos en los Estudios Universales.
Lo más destacado de aquella cobertura que hice como reportero de Frontera con
mi colega Tizoc Santibáñez, fue cuando el Arnold vistió de Terminaitors a sus
colegas Osuna Millán, Bours y compañía. Estados Unidos estaba a las puertas de
la gran recesión inmobiliaria en aquel año. Terminaba la era Bush y comenzaba el tiempo de Obama. Hoy
volvemos a Hollywood por razones harto distintas. Lo que nos trajo hasta acá
fue el piano embrujado de Yoshiki y créanme que valió mil veces la pena
entregarse a ese hechizo musical. En cualquier caso, pasar dos noches en el corazón
mismo de la gran Babilonia te hace meditar algunas cuantas cosas en torno al
espíritu de la época. Hollywood en tiempos del baño de sangre en Gaza, donde a
la entrada de Beverly Hills hay una mesa
puesta con manteles largos con el nombre de cada uno de los secuestrados por
Hamas y en donde encapuchados onceando
banderas de Palestina recorren el por la noche el paseo de las estrellas
mientras un predicador cristiano, armado de una bocina profesional, perora a gritos la inminencia del Apocalipsis
y la llegada de los cuatro jinetes por el freeway 5 sin que sus gritos parezcan
inmutar a nadie, mucho menos a la horda de hiphoperos que fuman mota de granja
y los mil y un personajes que yacen en animada charla o férreo debate con sus demonios internos. All you maggots smoking fags out
there on Sunset Boulevard.
Y con todo, tiene su
dosis de magia mirar el atardecer frente a las hieráticas letras de la ladera y
bajo un cielo surcado por helicópteros entre coreografías afro y una suavecita
brisa otoñal mientras las Californias se engalanan con su vestido de noche.