Otra tijuanera otredad
Siempre
me ha fascinado esta divina otredad tijuanense, la omnipresente sensación de
estar lejos de todo en un mundo aparte. Otro horario, otro clima, otro viento,
otra manera de yacer en la realidad. Somos, en esencia, un gran paréntesis. Una
realidad aparte, diría Carlitos Castaneda. Me encanta la idea de habitar en el
punto del mapa mexicano más alejado Tenochtitlán. Tijuana, Baja California…
¿México? Nuestro termómetro jamás coincidirá con el del centro de la República.
Mientras el resto del país se achicharra bajo un sol asesino, aquí tenemos
nuestras invernales mañanas de manga larga bajo una sábana de nubes que se
arrastra por el litoral. Un clima perfecto. Puedes prescindir de la calefacción
pero aún no tienes necesidad de encender el clima. La hierba está mojada y los
jardines repletos de caracoles, aunque las flores han empezado a marchitarse.
Las islas siguen jugando a las escondidas en el horizonte.
La
vida está en otra parte, dice Milan Kundera y Tijuana. Por si no se han dado
cuenta, siempre será otra parte.