La ira es energía y te arroja a la calle
Hoy quedó claro que las balas cobardes que acabaron con las vidas de Lourdes
y Margarito nos hirieron en lo profundo a todos nosotros. Hoy quedó claro que
el coraje y la dignidad no se amedrentan ni se acobardan. La ira es energía y
te arroja a la calle. Sí, en tiempos del ágora digital tiene muchísimo más sentido
y significado salir a la calle, hacerte presente en cuerpo y alma en el corazón
de tu ciudad. Hay días que hacen Historia (así, con mayúsculas) y ayer fue uno
de ellos. A lo largo de nuestra vida los reporteros solemos cubrir y retratar
cientos de protestas ciudadanas y manifestaciones de todas las filias y
colores, pero no es muy común que seamos nosotros quienes salgamos a marchar y
a protestar. Mucho menos que en tantas ciudades de México haya manifestaciones
simultáneas. Eso yo no lo había visto. En
esta semana trágica en que tres periodistas han sido asesinados he vuelto a ver
a colegas que no veía desde hacía muchísimos años pero también he visto a
muchos jóvenes y mientras van marchando los reporteros nunca dejan de narrar e
informar. Durante los años en que
pateaba calle cubriendo la nota diaria nos veíamos muy a menudo, cada quien en
su trajín, pero fue sui géneris verlos de pronto a a todos en el mismo sitio, más de dos centenares de colegas juntos marchando
hombro con hombro por Paseo de los Héroes. Muy triste el motivo del reencuentro
pero significativo poder comprobar que hay unión y solidaridad. Nuestras trincheras, filias, estilos y caminos de vida pueden ser distintos, pero
hoy nos une el sentirnos agredidos y heridos porque la mafia asesinó a compañeros de oficio. Entre los muchos colegas
que reencontré, ayer platiqué con Alberto Sarmiento y entonces recordé que yo
estaba en su oficina la mañana del 22 de junio de 2004 cuando recibimos la
llamada informándonos que acababan de asesinar a Francisco Ortiz Franco. Han
pasado casi 18 años desde entonces, el oficio ha cambiado muchísimo y
demasiados colegas han sido asesinados en diferentes partes de México. La vida
muerde fuerte en estos tiempos tan rudos, pero anoche rebrotó el coraje y el
orgullo de ejercer este oficio y me quedó claro que uno es reportero hasta el
último día de su vida.