¿Dónde nace un personaje de ficción?
¿Dónde nace un personaje
de ficción? ¿Cómo son los cimientos de un pueblo imaginario? ¿Surgen por
generación espontánea en el tejido neuronal de su creador o acaso brotan del
entorno? Aunque sobran teorías para tratar
de explicar científicamente la creatividad artística, lo cierto es que
sigue siendo, pese a todo, un grandísimo misterio. Se puede creer que la cabeza
de un artista es tierra fértil para parir y materializar ideas sin importar en
dónde se encuentre y cómo vida, sin embargo, el lugar y las circunstancias en
que es concebida y creada una obra pueden llegar a ser determinantes. Por ejemplo, los primeros capítulos de Don
Quijote de la Mancha, los escribió Miguel de Cervantes estando preso en
la cárcel de Sevilla acusado de malversar fondos en su papel de recaudador de
impuestos. Es posible que la idea del Ingenioso Hidalgo rondara la cabeza
del Manco de Lepanto desde algún
tiempo atrás, pero necesitó estar en una celda sevillana para empezar a dar
forma a la que a la postre sería su novela inmortal. Tal vez si en lugar de
caer preso en Sevilla, Cervantes hubiera obtenido permiso para embarcarse a la
Nueva España como era su deseo, el Quijote jamás habría nacido o sería una obra
harto distinta. Malcolm Lowry no escribió Bajo el volcán inmerso en un
delirium tremens de mezcal en Cuernavaca o en Oaxaca, sino en una fría cabaña
de la Columbia Británica en un periodo de aislamiento y relativa sobriedad.
Mary Shelley concibió el Frankenstein durante su estancia en
la mansión de Villa Diodati a orillas del lago de Ginebra a donde fue invitada
junto con su esposo Percy por el extravagante Lord Byron. Gabriel García
Márquez escribió Cien Años de Soledad a lo largo de 18 meses mientras vivía en
la casa marcada con el número 19 de la Calle de la Loma en el Barrio de San
Ángel, en la Ciudad de México, durante un periodo de muchísimas carencias
económicas. Cierto, la idea de Macondo,
según narra el propio Gabo en su autobiografía Vivir para contarla,
brotó en 1952 durante un viaje realizado en compañía de su madre a su natal
Aracataca donde se reencontró con la casa de sus abuelos y las leyendas del
poblado. Macondo aparece ya en su primera novela, La hojarasca y en el
último relato de Ojos de perro azul, Isabel viendo llover en Macondo, sin
embargo fue hasta que llegó a vivir a la casa de San Ángel cuando pudo dar
forma a la historia de los Buendía Iguarán. ¿Habría cambiado mucho la esencia
de la novela si hubiera sido escrita en otra casa, en otra ciudad o en otro
momento de la vida de Gabo? Difícil responder esa pregunta. Yo tendré que
averiguarlo a título personal, pues dicen que el otoño va a transcurrir justamente en esa vivienda de San Ángel, la Casa Cien Años de Soledad. Gracias al apoyo de la
Secretaría de Cultura de Baja California y la Fundación para las Letras
Mexicanas, tendré la oportunidad de ir a vivir y a escribir en las mismas
habitaciones donde García Márquez creó la novela que marcó el antes y el
después de la literatura latinoamericana. Lo que pueda brotar de esa
experiencia sigue siendo un grandísimo misterio. Creo que debo estar alegre, pero
por ahora las dudas le van ganando por goleada a las certezas.