Eterno Retorno

Sunday, February 21, 2021

Especie ya extinta

 



De pronto, tengo la certidumbre de pertenecer no a una especie en extinción, sino a una ya extinta, de formar parte de un pasado que el tren bala de la Historia ha dejado atrás en una estación perdida en el desierto. Creo que una de las grandes obsesiones de mi vida tiene que ver con la extinción de oficios y formas de vida y la forma en que el espíritu de la época, como un torrente imparable, va arrastrando todo a su paso. Me llama mucho la atención cómo millones de seres humanos pueden vivir en un mundo donde las reglas del juego han cambiado radicalmente sin que ellos se den por enterados. El suelo que pisan ya no es firme y las reglas del juego cambiaron. Bueno, cambiaron no solo las reglas sino el juego completito. Ahora jugamos a otra cosa. Pienso en los millones que perdieron sus empleos o vieron quebrar sus negocios sin poder salvarlos. Pienso en que aunque al mundo le sobren profetas, aún no tenemos puta idea de lo que viene. A veces creo que somos los últimos representantes de un mundo antiguo y obsoleto que está a punto de convertirse en el olvido.  A mediados de los 90 irrumpió El horror económico, un demoledor ensayo de Vivian Forrester que en su momento dio mucho de qué hablar. Más allá de su rabiosa carga globalifóbica en un momento en que el neoliberalismo aún estaba sentado en los cuernos de la luna, el ensayo resultó ser profético. Publicado por el Fondo de Cultura Económica, el libro de Forrester planteaba  - palabras más, palabras menos-  que el nuevo proletariado ya no serían  los obreros sino los prescindibles, los innecesarios.  A lo largo de la historia de la humanidad, el explotado siempre jugó un rol en la base de la pirámide socioeconómica: esclavo, siervo, peón, trabajador. Hoy ya ni siquiera le es dado jugar el papel de oprimido, porque el sistema simplemente ha dejado de necesitarlo. Hay una masa integrada por millones de seres que no tienen ni podrán aspirar a tener un sitio en el engranaje de la fuerza productiva. Somos un inmenso afuera, una región límbica, un ayer anticipado, un olvido prematuro.