¿Cuál es el futuro de éste y de tantísimos oficios?
En un día
cualquiera de errabundo vagabundeo entre Facebook y Twitter, te salen al paso mil y un artículos de todos
los temas imaginables. Editoriales, crónicas, testimonios, entrevistas,
reseñas. Es una lluvia imparable. No llevo una estadística ni siquiera
aproximada, pero no creo mentir si les digo que a diario me chuto por lo menos
cinco textos inesperados de muy buen nivel que llegan a mí por la espontánea
marea de la red. Como lector soy el equivalente a un colibrí que va de una flor
a otra, picando un poco aquí y un poco allá. Inmerso en esta vorágine, suelo
dar con páginas de revistas o periódicos
que de la manera más honesta te
piden que por favor te suscribas o cooperes para que ellos puedan seguir haciendo su
trabajo. Durante muchísimos años me gané la vida como reportero. Conozco bien
el significado y la valía del buen periodismo y soy el primero en pedir una
buena retribución para el comunicador profesional. En un mundo infestado hasta
la médula por bodrios propagandistas y noticias burdamente falsas, un colega
que ejerza el oficio con ética y dignidad es una atípica joya. Es muy común topar con
medios que te piden pagar tres o cinco dólares para poder leer todo su contenido y la verdad
es que si en mí estuviera, me gustaría poder apoyarlos a todos. El problema es
que debes elegir entre una infinita baraja a quiénes pagar esa suscripción.
Antes de la era digital la cosa no era tan complicada. Vaya, leías el periódico
de tu ciudad y con eso te bastaba. En mi regia infancia, tooodas las familias
estaban suscritas a El Norte y con ello te bastaba y sobraba para considerarte
bien informado. Si algo te faltaba, ahí estaban El Porvenir o El Diario. Hoy la
oferta informativa es infinita y el bombardeo es constante e inclemente. Todos
los días y en todo momento eres atiborrado de nueva información, casi toda
gratuita. Estoy de acuerdo en que si deseas algo de calidad debes pagar por
ello, pero aquí la competencia es descomunal, despiadada y mundial. Pagar por leer es lo
justo, pero no les puedes pagar a todos. ¿Quiénes logran lucrar entonces? Como
siempre, los más grandes o los que pueden darse el lujo de tener un amplio
espectro de cobertura e intereses. El País, New York Times, Reforma, etc. Es un río muy pero muy revuelto y solo unos
cuantos pescadores ganan. ¿Y los medios pequeños? ¿Y los dignos esfuerzos casi
quijotescos que por la libre han emprendido tantísimos colegas? ¿Cómo apoyar
quienes sabes que están haciendo un trabajo noble y profesional? ¿De qué puede
aspirar a vivir un periodista independiente para no acabar convertido en burdo
propagandista? ¿Cuál es el futuro de éste y de tantísimos oficios? ¿Alguna
idea? Muchas más dudas que certezas colegas.