Eterno Retorno

Wednesday, January 06, 2021

 


Había una vez en América del Norte unos pobres colonos puritanos que cazaban guajolotes, vendían esclavos y colgaban brujas. Tenían una sui generis forma de interpretar la Biblia y explicar los sagrados derechos que decían tener  sobre la tierra que poblaron luego de arrebatársela a los nativos. Eran unos tipos raros estos colonos, pero allá por 1776 demostraron ser los alumnos más aventajados del Siglo de las Luces. Su Constitución, promulgada en Filadelfia en 1787, es pura encarnación del Espíritu de las Leyes de Montesquieu y la doctrina del Liberalismo Clásico de John Locke. Vaya, es la primera gran Carta Magna del mundo que llevó a la práctica los ideales de la Ilustración. Estos devoradores de pavos y cultivadores de algodón, entendieron que la división de poderes es sagrada,  que las leyes e instituciones están por encima del individuo y que la democracia es el único camino posible. “We the People”, clamaron y su ley suprema fue promulgada. Vaya, con decirles que nuestra primera Constitución Mexicana, la federalista de 1824, es una mala copia en versión católica de la gringa. Los mexicanos adoptamos el federalismo como un zapato a la fuerza (y pese a las advertencias de mi paisano Fray Servando) porque creíamos que el camino norteamericano era la ruta hacia la democracia moderna que  en México jamás pudimos vivir en plenitud.  Después Alexis de Tocqueville los puso como ejemplo en su texto clásico: “La democracia en América”. Con muchísimos bemoles y “asegunes”, con todo y sus esclavos y su guerra de Secesión, lo cierto es que estos gringos han respetado a rajatabla sus cimientos democráticos. Cierto, puritanos al fin, no pueden evitar contaminar sus instituciones de ridícula mojigatería cristiana, como sus juramentos oficiales bíblicos o sus compulsivos  “in god we trust”o “god bless América” pero lo cierto es que contra viento y marea y aún inmersos en turbulentas tinieblas, su democracia y sus instituciones son y han sido intocables.  Te pueden caer mal o te pueden resultar hipócritas, pero deberás reconocer que nunca en dos siglos y medio han caído en la tentación de entregarle el poder a un rey, a un clérigo o a un dictador que se perpetúe por décadas. Dos siglos y medio ininterrumpidos de democracia estadounidense y nunca tan amenazada como hoy en día. El alumno estrella del liberalismo ilustrado viendo cómo una caterva de descerebrados pisotea sus instituciones. ¿Mierda es lo que querían? Mierda es lo que tienen Ahí está el resultado de entregar el poder a populistas megalómanos. Luego no puedes sacarlos y no se van por las buenas.  Lo peor no es Trump, porque él, quiera o no,  ya se va al carajo en dos semanas, sino los 70 millones de “magas”  y “proud boys” armados hasta los dientes con los que el Demócrata deberá gobernar. Nunca tan polarizados y tan al borde de la guerra civil en la casa del vecino. Cause for alarm, dirían mis queridos jarcoreros de Agnostic Front. En fin: si ves las barbas del vecino cortar…