disfrazarse de otro escritor
Escribir es ser otro, había jurado una y otra vez, pero Ánimas Rocafuerte no podía dejar de ser él mismo. Intentó sin éxito disfrazarse de otro escritor e intentar estilos, expresiones y temáticas radicalmente ajenas a lo que creía era su esencia. Su voz narrativa, si es que existía, era una terca redundancia, un chapoteo en el pantano de frases hechas, un limitado y predecible glosario. Ánimas tenía ganas de escribir como nunca escribiría, de invocar un heterónimo capaz de romperle el engranaje a su machacadísimo estilo y ponerlo a trabajar en una página en donde no hubiera ni vestigio de su esencia. Hay quien dice que lo más duro para un escritor es encontrar su propia voz. Ánimas la había encontrado, pero empezaba a estar harto de ella.