Eterno Retorno

Sunday, November 29, 2020

Un desconocido yacimiento de creatividad

 

El colmo de lo iluso,  es que Ánimas aún albergaba la esperanza de encontrar  un desconocido yacimiento de creatividad en alguna ignota profundidad interior. Cuestión de abrir la válvula de la imaginación, de destapar la obturada arteria por donde fluyen las ideas. Bastaba un  cambio en el biorritmo, una improbable alineación astral, un estallido interior. Una dosis de fuerza de voluntad, un  cambio en la alimentación, un acopio de disciplina y listo. Se había repetido esos mantras una y otra vez tratando de convencerse de que la inspiración es una patraña, que la creación literaria es pura talacha de obrero y cero alucinaje de artista. Lo había repetido una y otra vez en talleres, decálogos y entrevistas: ser escritor es como ser albañil o carpintero, un oficio que requiere encallarse las manos. El talento se trabaja y se va esculpiendo con la constancia, como ir tallando una roca todos los días. Se requiere voluntad y disciplina solamente. El resto son puñetas mentales. Se quiso aferrar a esos mantras y creerse el amo y señor de su escritura. Para dar forma a un buen texto solo basta con querer escribirlo. El problema es que la escritura talachera de esforzado albañil topaba sin remedio con la muralla del sueño inaguantable, la distracción o la vil desidia. Al intentar escribir experimentaba una sensación idéntica a la vivida en primaria o secundaria cuando hacer la tarea era más que una tortura. La escritura era solamente eso, un deber con el cual cumplir para obtener una palomita o una calificación aprobatoria. Se la pasaba mirando el contador de caracteres  y se obligaba a no levantarse de la silla hasta por lo menos alcanzar las mil palabras por día, aunque a menudo llegara como un nadador al borde de la asfixia, como un boxeador pidiendo esquina.