-Ño-
La encarnación de mi bipolaridad yace en esa sensación tan matutina donde todas las músicas me hablan; una sensación condenada a degenerar en el menhir que se posa sobre mi cuerpo después del mediodía. Por la mañana las letras son mis aliadas, la fuente inagotable, la tormenta de locuras y alucinajes. Por la tarde queda por herencia un pozo seco y soñoliento, unas alas de ladrillo, la certidumbre mi total absurdo.