Eterno Retorno

Thursday, August 06, 2020

Algo muy jodido debe haber en tu existencia o en tu autoestima para que tu carta de presentación ante el mundo sea autodefinirte como incondicional defensor de un líder político, cualquiera que sea su tendencia. Fungir como testaferro o palero de cualquier régimen, sea de izquierda o de derecha, es esencialmente algo abyecto e indigno. Una suma de frustraciones, complejos, profundos resentimientos e inseguridades definen al ente sectario. Se los juro: alguien a quien la vida le sonríe no malgasta sus horas en alabar a un líder. Formado en los valores del liberalismo y el laicismo, siento un rechazo natural hacia el fanático, aquella persona capaz de creer que un dios o un gobernante son infalibles y que sus opositores estamos necesariamente viciados o corrompidos. Por ejemplo, mi primer criterio para rechazar una solicitud de amistad en Facebook o eliminar a alguien de esta red, es que sea un fanático, ya sea de un movimiento político o de una religión. Lo mismo aplica para la charlatanería, la conspirafobia o la pseudociencia, pero esa es otra historia (puedo aceptar de buena gana el fanatismo futbolero, siempre y cuando se asuma como algo lúdico, simple pasatiempo). Si alguien dedica todos los días de su vida a perorar alabanzas a su dios o a su presidente, mi única certidumbre es que se trata de una persona con quien difícilmente podré tener algún día una charla interesante o enriquecedora. Vaya, si tu imagen de perfil es tu foto con el presidente o con el gobernador o el logo de un partido o el símbolo de un culto religioso, entonces prefiero no tener nada que ver contigo. Lo mío es la duda perpetua, el cuestionamiento, el signo de interrogación como bandera de vida, no la alabanza. Por ello me sorprende y me decepciona recorrer Twitter y ver a miles de usuarios presentarse como “100% amlover” o “100% Frenaa”, “radicalmente 4t” . Ya en serio: ¿esa es tu carta de presentación ante el mundo? ¿Lo mejor y más creativo que tienes para autodefinirte y proclamar tu rol ante la vida, es que amas u odias a un presidente? ¿De verdad no haces nada un poquito más interesante? ¿No tienes creaciones o acciones propias para mostrarnos? Alguien que de entrada se presenta como fanático ya juega en inferioridad. Ya sé cómo piensa, cuáles son sus valores y cómo reaccionará en un debate. Al menos en México (y creo que también en EU), esta polarización nacional que para algunos es sana, no es más que un coro de peroratas con los oídos tapados. No estamos ni siquiera poniendo frente a frente dos proyectos de nación o dos ideologías, sino la abyecta adoración a un presidente o el sistemático rechazo al mismo. Sí, también quienes no votamos por este gobierno hemos caído en el juego. Al carecer de un proyecto de nación o de una figura líder, la oposición se limita a desfogar su odio atacando a la persona sin ofrecer alternativa alguna. Triste y pestilente pantano en el que chapoteamos.