Aferrarse a la podredumbre
Hace falta un elevado nivel de inconsciencia, una brutal ignorancia o de plano un aferre a la podredumbre para seguir siendo feligrés de la iglesia de la luz del mundo o de la congregación de los legionarios de Cristo después de los repugnantes escándalos en que se han visto involucrados.
A menudo Google funge como una suerte de oráculo o termómetro de nuestro tiempo. Basta poner un par de palabras en el buscador para que en un segundo brote en catarata una mórbida realidad y hoy en día las palabras luz del mundo y legionarios de Cristo arrojan pura y vil pestilencia. Hoy con beneplácito me entero que la Unidad de Inteligencia Financiera del Gobierno federal ha bloqueado seis cuentas bancarias de esta secta que suman más de 359 millones de pesos. Días antes se hicieron públicas nuevas denuncias en contra del convicto líder de la cofradía, Naasón Joaquín García, a quien su asistente, Sochil Martin, acusó de haberla sometido a abusos sexuales desde los nueve años de edad. En los casi diez meses que lleva preso el líder de la secta, se han ido multiplicando los testimonios de aberrantes abusos contra niñas y niños por parte no solo de Naasón, sino de su padre, Samuel García, antiguo líder de la secta pederasta. Cuando vemos algo así, la conclusión es que no se trata de un caso aislado o atípico, sino de una estructura de funcionamiento basada en la sumisión y el sometimiento de los acólitos frente a sus pastores. Es una secta podrida en sus entrañas, cuyo centro y columna vertebral no son salvables. Ante semejante escenario, cuesta horrores poder creer que siga habiendo devotos de esa gran estafa. Ignoro si alguien haya hecho un trabajo periodístico que arroje estadísticas significativas de deserción, pero hasta donde tengo entendido no hubo una desbandada masiva de feligreses después de la revelación de los escándalos. La luz del mundo sigue operando, su líder, pese a estar en prisión, no ha sido sustituido y no ha habido un acto de contrición o mea culpa. Tampoco olvido que hace muy poquito tiempo, ese repugnante pederasta recibió las llaves de la ciudad de Rosarito por parte de la entonces alcaldesa Mirna Rincón, mientras Eligio Valencia (acólito de la secta) y su periódico el Mexicano se le tiraban al piso reseñándolo como un nuevo mesías encarnado.
Tampoco se quedan muy atrás los seguidores del padre Marcial Maciel. Desde que salieron a la luz los comprobados casos de abuso sexual infantil cometidos por el fundador del regnun christi, han ido brotando en catarata las denuncias en contra de jerarcas de la orden, que gozó de una posición privilegiada durante el papado de Juan Pablo II, a quien yo considero un cómplice y protector. Los testimonios siguen brotando pero la orden de los legionarios sigue existiendo, con su estructura financiera y sus carísimos colegios y universidades funcionando. Me parece aberrante e inconcebible que un padre de familia pueda enviar a su hijo a un colegio administrado por una orden infestada de pederastas y cuyo fundador (quien soñaba con ser canonizado) fue un violador de al menos 60 niños (o al menos eso es lo que reconocer la orden). Los legionarios debieron desparecer o sus feligreses abandonarlos por elemental dignidad humana y coherencia. El que la luz del mundo y los discípulos de Maciel sigan teniendo devotos seguidores, solo puedo interpretarlo como un patológico caso de adicción a la podredumbre.