Acaso lo abominable de la peste sea su vocación fantasmal, saberla presente aunque no la veamos, como las parcas en las danzas macabras medievales. En medio de una estampa hedonista - en el banquete, la libación o el baile de primavera- , irrumpe la Dama Negra con su manto espectral. Lo peor de la peste no es su presencia sino su intuición. La peste viajando en barcos o en aviones, en el cuerpo de una negra rata de bodega o en el estornudo de agente de ventas de Hong Kong, emigrando hoy, como en 1348, de China a Italia para de ahí esparcirse al mundo entero.
En la Muerte en Venecia de Mann (Italia, siempre Italia), Aschenbach camina por calles desoladas buscando a Tadzio. Los turistas han huido, los templos están cerrados y algo nos hace pensar que puertas adentro agonizan los apestados, pero el horror yace en el silencio y la calma de la desolación. El viejo médico se maquilla y se tiñe el pelo cuando la enfermedad seguramente ya ha entrado en su organismo. El espanto habita en el presagio. Los diez jóvenes del Decamerón de Boccaccio (tan bella Italia siempre coronada por la peste) se refugian en la campiña toscana huyéndole a la Muerte Negra y su conjuro contra la epidemia consiste en narrarse jocosas historias. En la línea de sombra de Conrad, lo peor yace en saber que han abordado un barco maldito y que la epidemia irremediablemente irrumpirá y que el buque estará condenado a navegar con la tripulación ardiendo en fiebre. En La Peste de Camus todo comienza con una rata muerta. En la máscara de la Muerte Roja de Poe, lo desgracia ocurre al notar la presencia del huésped no invitado a la fiesta. Entre los trajes y las luces púrpuras, verdes, blancos, naranjas y violetas que celebran su carnaval de máscaras, irrumpe de pronto el manto oscuro manchado de sangre "y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo". Acaso los mexicanos somos como el príncipe Próspero, celebrando carnavales mientras el entorno se consume. En cualquier caso, las pestes siembran muerte y siembran arte. Las Danzas Macabras emergen de la gran plaga bubónica. Acaso sin esa epidemia no habría habido inspiración para el Bosco o para Pieter Brueghel y su Triunfo de la Muerte. El Decamerón es el cimiento fundacional del relato en prosa cuya temática sensual se aleja de la medieval concepción teocéntrica. Diario del año de la peste de mi tocayo Daniel Defoe es el punto de partida del periodismo narrativo, el primer gran híbrido de literatura y reportaje. Ni hablar de los efectos en la economía. Por lo pronto hoy todo luce taaaan apocalíptico mientras la lluvia y el viento de marzo caen sobre Baja California. Por cierto, no deja de ser una paradoja que el gel antibacterial que llevo en el bolsillo por indicaciones de Carolina sea llame Noir.
Tuesday, March 10, 2020
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