Basta asomarse un instante a nuestra casa para concluir que en esta familia no somos ni hemos sido nunca unos Grinch. Aquí la Navidad se celebra en grande y no escatimamos en detalles. Así ha sido siempre y así seguirá siendo mientras estemos vivos. El buen ojo de Carol a la hora combinar colores y decorar cada rincón contribuye a hacer de nuestro nido un sitio en donde en verdad se antoja estar. Nos gusta esta atmósfera y este clima. Además, lo que hace más bello a diciembre es que Iker y Carol llegaron al mundo en este mes, así que sobran motivos para estar de manteles largos. Hoy cada quien celebra lo que quiere. En lo personal carezco de una deidad, al menos en el sentido pregonado por los cultos monoteístas, pero el ateísmo no me ha robado la gratitud. Todo el tiempo siento la necesidad de decir Gracias, porque en verdad ha valido la pena vivir. Tal vez no conozco al dios cristiano, pero les juro que conozco el amor y creo en él. Este año cobramos aún más conciencia de nuestra absoluta fragilidad, de nuestra condición de ceniza en el viento. Pudimos no estar aquí, ser polvo y sangre sobre la arena de Mulegé, pero vivimos para contarla y aquí estamos para celebrar esta noche. La vida es un tren bala corriendo siempre de prisa con rumbo desconocido, la Muerte camina a nuestro lado y a nosotros no nos queda más que santificar cada instante y dar gracias. No me gusta el Zeitgeist de esta época en donde sobra fanatismo e inquisición y en donde parecemos aferrados a matar el sentido del humor y la capacidad de reírnos de nosotros mismos. Demasiado tiempo perdido en defender o atacar a muerte credos, causas y líderes. Muchas vidas concretas desperdiciadas e inmoladas en el altar de peroratas volátiles. Nos sobran reyes desnudos, coronas piojosas y banderas percudidas. Yo ya tengo suficiente y la vida no va a alcanzarnos. Mejor relájate, mira a tu alrededor, duda de todo y siéntete un perfecto extraño en este mundo alucinante. Recuerda que en cada mirada hay una historia para contar. Caminemos, leamos, viajemos, bebamos, amemos. Brinquemos e imaginemos como niños en 25 de diciembre. Con eso basta para sentirnos afortunados. El resto son pequeños aderezos que hacen la vida disfrutable (releer cuentos de Borges, escuchar mucho Heavy Metal, beber whiskochos del Medio Oeste y vinos bajacalifornianos, contemplar la línea del horizonte en el Pacífico, gritar goles de los Tigres es mi receta accesoria para acercarse a la Felicidad; el resto es vanidad).¿Listos ya para brindar? Alza tu copa en la fiesta pagana. ¡Salud colegas!
Tuesday, December 24, 2019
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