Calle Arteaga; paraíso de atalayas y putería; bíblicos merolicos y rechonchas rameras se agrupan en las banquetas, pero el bulevar inmoral (¿inmural, carece de murales acaso?) se transforma pronto en el piso de ventas de una mueblería pordiosera, el non plus ultra de lo burdamente kitch y corrientón, muebles macuarrerrímos pagados en abonos chiquitos, sillones Luis XV con holanes, literas de rojo terciopelo y el vendedor, payo y gordinflón, parecido al doncito del museo del vino, no sin aclarar que quien todo esto critica y quien de todo esto se burla, es quien luce una brillante guayabera dorada de terlenka con rosas bordadas en el pecho y (esto último no me consta) algún tigre (del norte) bordado en la espalda. De esta calaña la melcocha…
Monday, September 30, 2019
<< Home