Estamos vivos, juntos y vueltos a nacer, sintiendo que los minutos de esta madrugada no nos iba a ser dado vivirlos y sin embargo los vivimos. Acaso alguien decidió que los viviéramos. Muchas veces he escrito sobre la fragilidad de la vida, sobre lo que significa caminar con la muerte siempre a la izquierda, pero nada absolutamente sabia yo de eso. Nada. Eran sofismas literarios. Sólo hasta hoy pude dimensionarlo y es desgarrador, algo que derrumba cualquier metáfora. Una tarde cualquiera estás viviendo un momento sublime en una playa de ensueño y minutos después yaces al fondo de una loma, volcados, mordiendo la arena del desierto. El infierno habita a un parpadeo de distancia. Rebasamos al mismo tiempo que un trailer quien venía atrás de nosotros. Salimos disparados fuera de la carretera, volcados, sintiéndonos dentro de una licuadora siniestra. Mil cosas cruzan nuestras mentes pero al final solo una perdura: Gratitud y humildad ante la vida. Gratitud, gratitud, con la gente noble que nos ayudó, como Alfonso Villanueva y su hija Casandra o con el joven Carranza que dio primeros auxilios a Iker y Carol y gratitud con Alguien más que acaso obró el milagro. Veo a mi esposa y a mi hijo junto a mí en este amanecer y sólo sé que nunca acabaré de agradecerlo. Golpeados pero vivos y aunque aún falta valorar a fondo, parece que sin secuelas severas. De cualquier forma, en nuestras mentes y nuestros corazones nada podrá volver a ser igual. Algo brota a partir de esto. Gratitud, humildad, amor por la vida. Amar la vida honrarla, amar a los tuyos y nunca dejar de abrazarlos. El amor, la vida, la gratitud. Nada más tenemos y somos puro polvo, arena del desierto. Estamos vivos. Gracias. Solo eso.Polvo vivo, arena viva.
Saturday, July 20, 2019
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