adoratrices del pozo de mierda
La elección bajacaliforniana nos arrojó el peor escenario posible. No por el triunfo de Jaime Bonilla y el carro completo de Morena, que en cualquier caso era predecible, sino por el insultante porcentaje de participación ciudadana. Independientemente de quién ganara, la realidad es que este nivel de abstencionismo es un escupitajo a la democracia. El interés público limitado a un asuntito de unos cuantos. El resultado es, por donde lo quieras ver, regresivo y el futuro inmediato no prometedor. Volvemos al juego del voto en paquete, del voto movilizado, el voto corporativo ajeno al razonamiento. El voto por un interés directo e inmediato. Unos por perpetuar su nueva limosna o por obtener una mejor, y otros por aferrarse al huesito y la ubre de la nómina pública.
El final de los 30 años de panismo bajacaliforniano no califica como muerte natural sino como suicidio. Kiko Vega ha sido el peor gobernador de la historia de BC. No lo digo ahora. Lo escribí en 2015 y lo sostengo hoy. El PAN se suicidó cuando en 2013 lo hizo su candidato (y odio decir “se los dije”… ¡pero se los dije!).Cualquier otro de sus precandidatos (Héctor Osuna, Jorge Ramos, Oscar Vega) habría hecho un mejor papel. El PAN arrastraba una enfermedad crónico- degenerativa en fase terminal. Óscar es un hombre noble, estudioso y preparado, pero cargaba un lastre muy pesado en su espalda. Lo preocupante, insisto, no es que gane Morena, sino cómo lo hace. Lo aterrador es que veo a Baja California ahogándose en los mismos pocitos de mierda de toda la vida. Empecé a reportear en Tijuana hace exactamente 20 años. Durante mucho tiempo desayuné, comí, cené y soñé política bajacaliforniana. Conozco personalmente y he entrevistado cara a cara a todos los candidatos a la gubernatura y mi conclusión es que seguimos chapoteando en el mismo pantano. Los mismos problemas de hace 20 años pero magnificados: inseguridad rampante, ausencia de grandes proyectos de inversión, transporte jurásico y amafiado, dinámica binacional atorada, desarrollo urbano caótico, movilidad de caracol, miles de migrantes viviendo y muriendo en la calle y, lo que es más grave, ausencia de un proyecto viable e integral que diga los cómos y no solo los qué. Lo poco que se logra en materia de desarrollo económico son esfuerzos aislados de emprendedores que trabajan muy duro, no resultado de una planeación o una política pública. En mi mundo ideal me habría gustado ver nuevas caras, liderazgos jóvenes emanados de organizaciones civiles, de colegios de profesionistas, de universidades, abanderados del activismo ciudadano apartidista. En ese mundo de ensueño habría cientos de miles de bajacalifornianos votando en las casillas y participando activamente en la vida pública de la entidad, presentando iniciativas, construyendo comunidad. Por desgracia lo que veo son muchos cadáveres políticos y eso de resucitar muertos nunca ha sido un buen negocio para nadie. Baja California seguirá siendo la tierra de la siempre postergada abundancia y lo peor es que nosotros cocinamos la sopa de agua y ajo que ahora vamos a comer.