Ahora estoy a punto de… Así se llamaba el libro usado que pepené en esa improbable feria sandieguina (¿Era la UCSD en La Jolla?) Un libro grande, de páginas tamaño póster, de pasta dura café, bastante maltratado. Libro colectivo escrito aparentemente por mujeres, aunque de eso tampoco estoy tan seguro. En la caja deseaba pagar con morralla de dólar y tarjeta mexicana y creo haber estado verdaderamente ilusionado con mi compra. “Ahora estoy a punto de…” La frase tiene esencia #hashtag. ¿Qué carajos estoy a punto de hacer? Me acompaña Hilario y su hija que me llevarán de regreso a Tijuana previa parada en WalMart. Hay prisa, pero yo no puedo evitar mirujear a ojo de pájaro un lote de Siruela (Italo Calvino y esas cosas) que se vende a 35 pesos, aunque después un tramposo vendedor de chilanga estirpe agrega uno o dos ceros a la cuenta y advierte que 350 es lo menos. Me resigno a que mi única compra será “Ahora estoy a punto de…” y la tarde de marzo es una plancha de cemento y deseo conjurar el despertar para resolver lo de la forma de pago, y asegurar que traeré ese libro a casa, que lo leeré y escribiré al mismo tiempo.
Thursday, March 28, 2019
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